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El autor y compositor Jesús Bienvenido estrenó este mes de marzo durante tres tardes seguidas su nuevo espectáculo de mestizaje entre el Carnaval de Cádiz y los ritmos afroamericanos.

La música en Cádiz nunca se detiene, no hay pandemia, crisis o dictadura que haya sido capaz de frenar el torrente de creatividad de los autores gaditanos que siempre encuentra el resquicio, por pequeño que sea, para hacer brotar esa fuente inagotable que tanto necesitamos para sobrevivir.

Prueba viviente de ello es Jesús Bienvenido, artista que no sólo saca pecho por sus orígenes en el Carnaval, sino que además los reinventa una y otra vez para dar forma a espectáculos que entran en otros círculos musicales (e incluso teatrales) con un carácter tan exótico como consistente, arriesgando a sacar los pies de ese espacio académicamente aceptado. Consigue así atravesar fronteras que hacen llegar sus obras no sólo al público que habitualmente disfruta del carnaval, sino también al que se encuentra en otras orillas del pentagrama.

4 suites de momo o como sacar los pies del tiesto
Daniello Pradotti

En otro arriesgado giro, Bienvenido desnuda un total de catorce obras originales de sus comparsas para vestirlas con los arreglos de The Agapornis, la banda de funk y soul de origen gaditano, enlazándolas con textos creados para la ocasión a través de los cuales va dando paso a los diferentes personajes que nacieron de ellas.

El lugar elegido para el triple salto mortal fue la Sala Central Lechera de Cádiz, con llenos absolutos, lo que da muestra de las inmensas ganas de los gaditanos y gaditanas de disfrutar de esta nueva alianza entre Jesús y The Agapornis.

Con minutos de rigor para que el público termine de acomodarse, Bienvenido se presenta con esta banda en gran formato, compuesta por guitarra, bajo, batería, piano, percusión, saxo, travesera y trompeta, más un trío de voces a los coros formado por antiguos compañeros del autor en sus últimas comparsas. En el escenario varios elementos de attrezzo rescatados de sus obras de carnaval.

Da comienzo el espectáculo con una llamada de emoción a los “hijos de Momo” que hacen que un servidor, entre otros muchos asistentes, ya tenga la piel erizada al reconocerse parte de ese linaje. Comienza la primera suite, la del Piso de Abajo, sonando “Un pobre diablo podría ser cualquiera”, con un estribillo poderoso en coros y vientos que deja bien clara la diferencia respecto a las últimas propuestas de Bienvenido en cuanto a su concepto acústico y minimalista. Le seguirán dos temas en soul y ska para completar con una canción mucho más íntima como “¿Qué es un diablo?”, cerrando esta primera suite. Tras ella, habiendo demostrado la fuerza en la lírica comprometida socialmente, y que por su desgarro parece haber sido compuesta para estos sones afroamericanos, llegará la suite de Los Irracionales, con un potente mensaje ecologista y temas en los que la sordina y la percusión provocarán que el público tenga que agarrarse bien fuerte a los asientos para no echarse a bailar.

Una tercera y cuarta suites, con los temas más conocidos del espectáculo, de “Los Santos” y “Los Currelantes” en propuestas donde cobra vida el rock latino, el chachachá, la cumbia-rock, pasando por el funk de crítica social de “Gira la Cadena”.

Para terminar, Bienvenido cierra con uno de sus temas más emblemáticos que comienza con aires de góspel, “Una revolución puede hacerse cantando”, completando así un espectáculo de duración media y con un gran potencial para ser disfrutado en espacios de mayor envergadura en los que el público pueda desatarse, y de esta forma, esperemos más pronto que tarde, podamos seguir sacando los pies del tiesto.

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