Fotografía: Jesús Massó
Les propongo dedicar los próximos minutos a reflexionar sobre un texto que he empezado a considerar fundamental. Habrá quien ya lo conozca de sobra. A unos les sonará de algo, y a otros de nada. Pero una cosa es segura, me temo que pocos le habréis prestado la atención que merece. Se trata de un escrito brevísimo, aunque tan revelador como imprescindible. Una aportación que arroja luz sobre todo lo que queda del siglo XXI. Hablo del Decálogo de Manipulación Mediática. En mi opinión, lo más parecido a esa pastilla roja que dejaba al descubierto las entrañas de Matrix.
Seguro que recuerdan la secuencia en que Morfeo ofrece a Neo la posibilidad de elegir una opción de las dos que sostiene en sus manos. “Si tomas la pastilla azul, fin de la historia. Despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creer. Si tomas la roja, te quedas en el País de Alicia y yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera de conejos”. Por suerte para todos, el personaje interpretado por Keanu Reeves elige adentrarse en la madriguera, dando inicio al film de artes marciales con la premisa argumental más desasosegante de la historia del cine: ¿Y si resulta que todo es mentira? ¿Y si estamos siendo más manipulados de lo que pudiéramos imaginar? ¿Y si la razón de que vivamos aislados en nuestras burbujas obedece a ocultos intereses del poder establecido?
El Decálogo de Manipulación Mediática suele atribuírsele a Noam Chomsky, pero en realidad es obra del francés Sylvian Timsit. El texto fue publicado en la web syti.net en 2002, con el título original de «Stratégies de Manipulation”, y ahí sigue colgado desde ese día. Si aún no lo han leído, les animo a que lo hagan cuanto antes. También les aconsejo que lo vuelvan a leer si ya lo habían leído. Pero háganlo poniendo en funcionamiento toda la masa gris de la que dispongan. Porque son los Diez Mandamientos de nuestra contemporaneidad. Eso sí, corran a leerlo una vez hayan terminado este artículo. Mi vanidad encajaría fatal que me dejaran a medias. Además, si se quedan conmigo voy a ahorrarles parte del trabajo.
Estén atentos y permítanme hacer de Morfeo. A continuación voy a exponerles, punto por punto, el resumen de un texto ya de por sí breve. El temor a que alguno de ustedes, bien por pereza o despiste, siga habitando una realidad tan imposible de concebir sin la lectura de este Decálogo, me lleva a transcribirlo aquí. Además, no quiero pasar por alto reprocharles a quienes ya lo conocían el que no me hubieran hablado antes de él.
Sí, señoras y señores, he aquí el compendio de maquiavélicas acciones que permiten a las élites políticas y económicas dirigir el mundo a su antojo. Sin necesidad de ejércitos ni guerras bacteriológicas. Todo es trampa y es cartón
Decálogo de Manipulación Mediática
- Estrategia de la distracción. Esta táctica propia de trileros consiste en desviar nuestra atención de los problemas que de verdad nos afectan. Las noticias generadas en torno al fútbol y los programas del corazón, son contenidos muy útiles a esta estrategia.
- Crear un problema y ofrecer su solución. La intención es que seamos los ciudadanos quienes demandemos acciones que nos perjudicarán, y cuya implantación ya estaba decidida desde el poder. Ante la violencia urbana o el terrorismo, todos acabaremos encontrando lógica la aplicación de normas de seguridad, aunque se recorten nuestras libertades.
- Estrategia de la gradualidad. Para introducir medidas impopulares basta con dilatar su implantación durante algunos años. Es así como se ha ido aplicando, desde la década de los ochenta, una política neoliberal que nadie quiere. Con paciencia y con fatiga, se la metió el elefante a la hormiga.
- Estrategia de diferir. Otro modo de implantar medidas que nos perjudican es presentarlas como inevitables el día de mañana. Un sacrificio futuro parece mejor que uno inmediato, y así nos vamos haciendo a la idea. ¿No es más que sospechosa toda la información que circula sobre el agotamiento de la hucha de las pensiones en España?
- Estrateguia de infantilización. La publicidad suele dirigirse a nosotros como si fuésemos niños o deficientes mentales. Estudios científicos demuestran que si le hablas a una persona como si ésta tuviera doce años, es muy posible que su reacción sea la de un niño de esa edad, y esté desprovista de sentido crítico.
- Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Jugar con nuestras emociones es una técnica clásica usada por el poder. Ello cortocircuita nuestro análisis racional. Llenan nuestro inconsciente de ideas, deseos, temores o compulsiones. Un ejemplo, la estrategia del “ni te quiero ni te dejo” con la que el PP gestiona el independentismo catalán, a fin de obtener un refrendo electoral en el resto de España más emotivo que meditado.
- Mantener al público en la ignorancia. El objetivo es la obtención de una sociedad incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para nuestro control. Reducir intencionadamente la calidad de la enseñanza pública en favor de la privada es un modo de mantener los viejos estatus de clases.
- Estimular la complacencia con la mediocridad. Se trata de que no veamos nada malo en ser estúpido, vulgar e inculto. Gran Hermano, Mujeres Hombres y Viceversa, el reguetón y el éxito de Belén Esteban, son estratégicos paradigmas.
- Reforzar el sentimiento de culpabilidad. Consiste en hacernos creer que somos los responsables de nuestra propia desgracia. Fomentan nuestro sentimiento de culpa, a fin de deprimirnos y llevarnos a la inacción. ¿Cuántas veces nos han reprochado haber vividos por encima de nuestras posibilidades?
- Estrategia de conocernos mejor que nosotros mismos. Los avances de la ciencia han abierto una brecha entre nuestros conocimientos y los que las élites dominantes poseen. La biología, la neurobiología o la psicología aplicada, les brindan este privilegio. Eso sin contar la información que obtienen de nosotros a través del seguimiento de nuestra actividad en Internet. Y de las infinitas interacciones de esa información en lo que se ha dado a conocer como big data.
Y lo lógico sería que en este instante se sintieran como Alicia precipitándose al interior de la madriguera. ¿Sabrían reconocer el número de veces que han sido víctimas de alguna de estas estrategias? No intenten calcularlo porque les será imposible. Tengan en cuenta, además, que existe un sinnúmero de otras estrategias que han sido generadas aplicando la combinatoria a las diez estrategias base. Un ejemplo, muchas veces se ha comentado que la policía permitió la circulación de una droga como es la heroína durante nuestra transición democrática. La intención última era despolitizar y adormecer a la juventud española, especialmente a la vasca. De ser cierta esta sospecha, se trataría de una estrategia generada a partir de la mezcla de los puntos 1, 2, 7 y 10 del Decálogo.
Pero ojo, esto no es ningún tipo de alerta conspiranoica. Me tengo por un tipo racional y asquerosamente sensato. No me vengan a preguntar quién mató a Kennedy. Mejor pregúntense quiénes pueden estar interesados en que perdamos el tiempo buscando las respuestas a preguntas que no tocaba formular ahora. Porque la manipulación mediática es un hecho real al que cada uno de nosotros se enfrenta a diario. Por eso es importante reconocer sus acciones y cazarlas al vuelo. Porque están siempre ahí, como moscas en verano. En cada informativo o periódico. En las marquesinas de los autobuses. En cada pequeña acción del Gobierno. Máxime en España, donde contamos con los medios de comunicación menos creíbles de Europa. Lo dice un estudio realizado por la Universidad de Oxford.
Es muy posible que el lector bien informado no encuentre en el Decálogo nada que ya no supiera o sospechara. Existe un buen montón de libros donde el tema de la manipulación es tratado de un modo más pormenorizado, con mucha más profundidad y rigor. Pero nadie debería subestimar la importancia de este Decálogo. Quizás porque en su brevedad reside su grandeza. En lo pequeño y modesto que es. Su lectura nos lleva diez minutos, y su exposición es tan clara que puede entenderla cualquiera. Porque circula muchísima información, pero como ya nos lo avisa el punto 1 del Decálogo: su exceso nos despista y aturulla.
Y ahora toda esa privilegiada información la encontramos condensada en un par de páginas. ¿No es maravilloso? Todos conocemos gente capaz de habitar la inopia toda su vida con tal de no leer las doscientas páginas de un libro. Por eso este decálogo es un pilar de movilización. Es la herramienta que necesitábamos. La caja de granadas que sacar del polvorín y repartir. Es un texto a colgar junto al televisor. Con el que hacer imanes de nevera. Tendríamos que leerlo a nuestros hijos cada noche. Difundido hasta la saciedad. Aprenderlo de memoria. Interiorizarlo.
Dicen que la mente es como un paraguas, que solo sirve cuando se abre. Siempre nos asustó un poco adentrarnos en la madriguera. Pero hemos de tener sentir la curiosidad de Alicia. Esa inquietud que forzó a Neo a salir de su burbuja. Hemos de mirar fijamente la cascada de dígitos verdes y reconocer la verdad que se esconde detrás. En este sentido, les animo a seguir con la lectura de cualquier otro artículo de El Tercer Puente. Una revista repleta de esas útiles pastillas rojas que les ayudarán a vislumbrar mejor la realidad.