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La Semana Santa es una de las fiestas populares que más manifestaciones artísticas distintas recogen. Como ha señalado por Isidoro Moreno se trata de una fiesta que se encuadraría dentro del concepto “hecho social total”. Cada cual elige su forma de participar en ella. Escultura, artesanía textil, adornos florales, joyería y otras tantas se juntan para formar un todo perfecto. Entre las formas de expresión que se dan en ese hecho social nos encontramos también con la música propia de esta fiesta. Un género completamente definido y que ha ido evolucionando desde su origen pero siempre atendiendo a la función para la que fue creado.

Siempre he defendido que cualquier forma musical es perfecta cuando cumple con la función para la que fue creada. Creo que esa es la medida de la perfección musical. Luego ya están los gustos de cada cual, pero ceo que así se determina si un tipo de música sirve o no sirve sin subjetividades.

Stravinsky en sevilla
Alfonso Díaz Knörr en Pixabay

La música cofrade nace de la necesidad de acompañamiento a las imágenes y distintas escenas. Los primeros acompañamientos eran mucho más sencillos que los de hoy. Se trataba de sacar la música de la liturgia a la calle con el mismo repertorio que se daba dentro de la iglesia. Así los pasos iban acompañados por escolanías de niños cantores, o una schola gregoriana, o directamente con coros. En cuanto al uso de instrumentos, se usaron órganos positivos. En el S. XVIII nos encontramos en Sevilla formaciones de tríos instrumentales acompañando a procesiones en que interpretaban las “Saetas del Silencio”. Obra que aún se sigue interpretando para el acompañamiento de pasos solemnes que requieren de un repertorio y de formaciones musicales que inviten más al recogimiento y a la posibilidad de la oración. A partir del S. XIX el uso de las bandas militares fue extendiéndose y comenzaron a darse las composiciones características de esta fiesta. El legado de lo militar es tan claro en estas composiciones y agrupaciones de músicos que aún se ve de forma rotunda. Las composiciones son “marchas de Semana Santa”, porque sirven para eso, para marchar y, aunque las agrupaciones de músicos y las Bandas de Música (también hay diferencias entre las agrupaciones y cada una cumple una función determinada) sean de civiles, el modo de desfile y formación deriva de las maneras militares.

No hay que olvidar el hecho de que la Semana Santa es un espectáculo narrativo. A lo largo de los días, se va mostrando una historia que pasa por distintas fases más o menos dramáticas y esas escenas están desarrolladas por una serie de personajes. Pues este género musical también acompaña y define a cada personaje que entra en esa narración. Creo que podríamos hablar de leitmotiv en Semana Santa si lo pensamos no sólo como tema musical melódico que acompaña a un personaje o una situación, sino pensando en la conexión entre instrumentos o formaciones musicales que acompañan a determinados personajes o escenas. Es decir, ampliando la consideración de leitmotiv a unos timbres o formaciones musicales característicos. Es propio de los pasos donde se representa la Pasión (Pasos de Cristo o de Misterio) el ser acompañados por agrupaciones musicales (no llevan instrumentos de viento-madera) o por bandas de cornetas y tambores. O incluso capillas musicales de pocos instrumentos. Sobriedad para acompañar momentos terribles. Las marchas que interpretan estas formaciones están pensadas en función de todo lo que hablamos. Por supuesto adaptadas a la instrumentación de los grupos y suelen ser obras con menos adorno en la música. En cambio, el acompañamiento de los pasos de palio es distinto. Estos pasos son los que suelen albergar imágenes de la Virgen y se acompañan por regla general por Bandas de Música con un mayor número de componentes y que entre ellos hay una gran parte de instrumentos de viento-madera (clarinetes, flautas, saxofones, oboes, fagots, etc). Este tipo de bandas interpretan obras mucho más adornadas y que permiten llevar el paso de forma distinta.

Por supuesto estas consideraciones son generales. Se podría ahondar mucho más en ellas, pero imposible no observar esa funcionalidad y la perfección que produce el conjunto completo de esta fiesta. Para terminar de confirmar la perfección de la música una anécdota. Stravisnky, en un viaje a la Semana Santa sevillana lo advirtió mientras escuchaba la marcha “Soleá, dame la mano” de Font de Anta. Las crónicas de aquellos tiempos nos cuentan que el músico, observando lo que se daba ante él se dirigió así a un amigo: “Estoy escuchando lo que veo y estoy viendo lo que escucho”. Creo que este es perfecto resumen de la obra total que se produce.