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Sacar una sonrisa o carcajada, en cualquier disciplina, es de lo más difícil y complicado. Se precisa cierta intuición y agudeza para conseguir que el sarcasmo y la ironía no caigan en lo manido, para no repetirse ni hacer lo mismo que otras personas y sin embargo pincelar de colores este mundo gris que está quedando.

Creo que Fran Delgado consigue precisamente eso en Arquetipos para una pandemia. Sociología bizarra en tiempos de crisis (El Tercer Puente, 2020), colorear un poco estos extraños tiempos que atravesamos. Con una mirada afilada, honesta y lúcida, como reza la contraportada del libro, Fran ha realizado todo un tratado político y social a base de titulares, como exigen los tiempos, pero con mucho fondo en el que nadar ––cuestión no tan común en estos mismos tiempos titularizados––. 

Sin embargo, a lo largo de la lectura del libro, una duda no paró de rondarme la cabeza: ¿realmente está haciendo humor Fran Delgado?

Lo divertido es lo bien identificado que está cada arquetipo, la fina sutileza con que describe este esperpento de sí mismas en que se han convertido la realidad física y la virtual, un aguacero de ruido y enunciaciones inverosímiles, balas cruzadas que en ocasiones nos hacen dudar hasta de si nosotros somos también de los nuestros. 

Portada imprenta

El autor identifica y señala de una manera tan genial los arquetipos que no parecen reales. Lo terrible es que todos son reales.

Arquetipos para una pandemia es una sugerente ventana vacía llena de portadas de revista. Se nos muestra un mundo aparente repleto de recursos para salir adelante y no naufragar en la pandemia, pero no hay contenido, no hay revista ni tercera dimensión para esas portadas. Quizás pudiéramos extraer de ahí un sentido más a este volumen de Fran Delgado: las revistas están tan vacías como lo está todo el edificio que critica, sostenido sólo en la pose, en la apariencia divertida en tanto que ridícula y absurda a toda lógica racional, fachadas con estructuras a todas luces en descomposición.

Pero qué pose más peligrosa. Qué fachada de despropósitos.

Discursos que son en tanto se les escuchan, y tanto son escuchados que se vuelve peligrosa su apología de pensamiento medieval infundado.

Pero la oscuridad desaparece cuando la iluminas y Fran Delgado ha sido capaz de hacer eso: toma partido firme e ilumina directamente estas actitudes y neo narraciones, las coloca a la luz del candelabro que nos muestra su naturaleza oculta. Y con luz podemos observar igualmente el infantilismo y la absurdez que también nos habitan, que surgen del miedo ante la incertidumbre que antes sobrellevábamos, parcelada en distintos ámbitos, y desde hace casi un año inunda a voz en grito cada paso, sueño y pensamiento.

El humor alumbra nuestra cotidianeidad, aligerar el peso de los días inciertos. El humor nos hace libres, el humor nos eleva.

El humor espanta la angustia, dice Víctor Clavijo en uno de los textos complementarios que nos acompañan por todo el libro, y no tomarnos tan en serio es la clave contra el miedo.