El a veces incomprendido mundo de la investigación de la cultura popular, y más concretamente de la investigación carnavalesca, tiene motivos de celebración con la reciente publicación del libro Las coplas del Carnaval de Cádiz durante la Segunda República (1932-1936), del ya reconocido investigador en estos temas Santiago Moreno Tello.
Este nuevo estudio pretende acercar tanto a los investigadores interesados en estos temas, como a la afición al Carnaval, como a lectores ávidos por la cultura gaditana en general, un interesante retrato de lo que fueron los carnavales republicanos como medio de expresión popular.
Encontramos entre sus páginas un amplio desglose de las coplas de este marco cronológico. La concienzuda labor investigadora del historiador ha permitido rescatar coplas de 94 de las 108 agrupaciones que participaron en el Concurso de Comparsas entre 1932 y 1936, añadiendo 10 agrupaciones más que optaron en su día por no asistir al concurso, por lo que la cifra total asciende a 104 agrupaciones de las que se ha intentado obtener el máximo número de coplas posibles.
No obstante, no es éste un catálogo de coplas sin más ‒que sin duda, nadie lo dude, también tendría un gran valor como fuente para posteriores estudios‒. Santiago Moreno realiza un capítulo introductorio que nos muestra un fiel reflejo de lo que fueron los carnavales en esa época, algo necesario para que el lector entienda en su contexto y en su amplio sentido las coplas que nos ofrece. Así, nos habla del carácter crítico y transgresor de las agrupaciones de entonces y nos refleja episodios concretos que seguramente sean desconocidos para gran parte de la afición, como las vicisitudes de un coro carnavalesco de 1932 en Madrid, que sufrió los ataques de ciertas personas, según parece, por su posicionamiento político. ¿Qué coro fue y qué ocurrió? Eso lo dejamos para aquellos lectores y lectoras que se aventuren a buscar esta historia en las líneas del libro.
Más allá del amplísimo catálogo de letras y del estudio sobre la sociedad gaditana y los carnavales republicanos, me permito destacar tres aportaciones que me parecen dignas de mención: Tradicionalmente se ha dicho que el Carnaval pertenece a las masas populares, un mantra repetido en el imaginario colectivo y en numerosos estudios científicos, pero aquí Santiago Moreno hace por primera vez un estudio que tiene como objetivo acercarnos a la procedencia social y laboral de los comparsistas de una época concreta ‒ya Javier Osuna, en su estudio El Tío de la Tiza 1861-1912. Revisión Biográfica, se aproximó al estrato social y laboral de los miembros de sus agrupaciones‒, algo que sin duda puede venir a poner una primera piedra de evidencia científica sobre una idea que lleva décadas siendo repetida. En segundo lugar, el autor de esta obra hace una declaración de intenciones respecto al valor de la fotografía en los estudios carnavalescos, ya que ésta, si bien ha sido del interés de aficionados y comparsistas, como nos dice Moreno, no ha tenido en los estudios científicos sobre Carnaval toda la relevancia que merece. En este punto, aquí tenemos una pequeña prueba, con dos imágenes como ejemplo, de lo mucho que se puede extraer de una fotografía y de la cantidad de datos que se pueden esconder tras una imagen, algo que, creo, todos los investigadores debemos apuntar para comenzar a sacar provecho de esta fuente tan marginada hasta el momento. Por último, otro detalle interesante es que Santiago Moreno, sin decirlo, nos está expresando la importancia de recibir la copla de la forma más completa posible, esto es, sin obviar la música. Para ello, en este estudio el historiador funde como en una fragua la palabra escrita o las fuentes bibliográficas con las fuentes audiovisuales, dejando junto a algunas coplas un código QR, el cual nos permite, acercando nuestro teléfono móvil, acceder a un enlace de Youtube con la copla que nos muestra.
En definitiva, nos encontramos con un exhaustivo catálogo que viene a rescatar una gran cantidad de coplas de una época realmente interesante de nuestra historia contemporánea y a aportar una fuente de tremendo valor para futuras investigaciones, pero también con un proyecto ambicioso que viene a abrir la puerta a nuevas fuentes y recursos para la aun joven investigación carnavalesca, y una ambición que, conociendo a nuestro autor, no se quedará aquí. Todo eso con la capacidad narrativa que ya conocemos de Santiago Moreno, que va hilvanando frases en un tejido perfecto, haciendo que éstas se den la mano entre sí y conformen un hilo conductor capaz de lograr que ocasionalmente nos olvidemos que estamos leyendo un trabajo científico y creamos que nos encontramos ante una especie de novela, eso sí, con un rigor impecable.