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La tarde ya perdía sus colores, y la ciudad se despedía de otro día, de uno más, de esos muchos que sumar a sus milenios. Por San Rafael, camino de la Plaza Fragela aceleraba el paso Manolo. A la altura de la Castrense esprintaba dejándose el último aliento.

Oiga usted don cayetano
Fotografía: Fani Escoriza

-Uf, creo que llego el primero. ¡Ostias no, ya hay gente! Joé y mira que vengo temprano. ¡Oiga! ¿Es usted el primero? Ustedes tres, quiero decir. Vengo de la Caleta, de ver la puesta de Sol,vamos, que ni la he visto del todo, por tal de venirme hasta aquí. Pero en fin, llego el cuarto. Es buen puesto para coger sitio delante en el gallinero. Porque, ustedes van al gallinero ¿no?. Claro, si fueran a butaca estarían en el Duca, tomando una tapita antes de entrar. Porque yo vengo todos los años ¿sabe usted? Yo soy de los que se lo traga todo. Las buenas, las malas y las regulares. Porque todas tienen algo. Un detallito. De las malas a veces hasta te ríes, jajajaja, y de las cosas que dice la gente en el gallinero. ¡Qué arte! Que yo supongo que a los que cantan no siempre les caerá bien las cosas que se dicen arriba. Pero yo me tengo que reir jajajaja. Mire, yo he visto a una de Úbeda, que el bombista traía un trípode para aguantar el bombo, en vez de una cinchas. Jajajajaja. Y le dice uno desde el gallinero: “ese bombistaaaaa, donante de riñoneeeees” jajajajajaja. Qué pechá de reir. Lo que no sé es quien canta hoy. Pero en verdad, me da igual, antes o después las voy a escuchar todas. Al Tino, al Subiela, al Ares, al Selu. Y a las malas ¿eh? Que yo escucho las malas y a veces no son tan malas. Simplemente no traen un letrista famoso o una fila de delante conocida. Fíjate, que a veces, no muchas, el jurado es valiente y pasa de lo que diga la radio y los jurados de la prensa, y los foros, y cuela a una de esas. Entonces la gente ya se pone a escucharla porque dicen: ¿qué le habrá visto el jurado a esta, joé? Y te pones, la escuchas y ves que el jurado tenía razón, ahí hay calidad pero la gente lo la quería ver. En cambio a las grandes, si no te gusta lo que traen, dices: es que hay que escucharla más veces. ¿más veces joé? Si escuchamos más veces a todos seguro que a todas les sacas más provecho. Bueno a todas no ¿eh? Que las hay malas malísimas, de esas que son carne de gallinero. Por eso yo voy ahí. Lo peor, o lo mejor, según se vea, es cuando sale un cuarteto chungo. Y tu ves que suelta un chiste y nada, y otro y tampoco, y el tercero es un bastinazo que ni pega ni llega. Y entonces se escucha uno que dice en la oscuridad: “se masca la tragedia” jajajajaja. Eso es la antesala de un abucheo o de algo así. Dios les coja confesados si a un cuarteto malo le toca delante de una comparsa buena. Que la gente lo que quiere es que le echen el telón ya y que salga la buena. Total, que yo aquí me lo paso de categoría. Pero hay que ver lo que tarda esto en abrir. ¿eh? Que llevamos aquí ya una hora. Está oscuro y no abren la puerta. Yo me voy a sentar aquí en el suelo, si no le importa, voy detrás suya. Bueno de ustedes tres. Soy el cuarto. Menos mal que me he traído el abrigo. Porque como tarde esto más en abrir me lo abrocho, me tiro al suelo y doy una cabezadita. ¿sabe usted? Mire, he bebido. Lo reconozco. Vengo de fuera. ¿Usted de dónde es? ¿Dé Cádiz? ¿No me lo dice? Bueno, yo tampoco le voy a decir de donde soy. Total, el gaditano nace donde le da la gana. ¿no dicen eso? Pues sí, he bebido. He ido al freidor del Manteca, que está de categoría, por cierto. Y me he comprado un papelón grande y dos litritos. Yo todos los años quedo con unos colegas en la Caleta. Es un ritual. Allí nos juntamos con los que paran por el club, por donde el patio de las barcas. Y llevamos algo de comer y beber. Y a ver quién se arranca cantando. Lo que pasa es que hoy, no sé por qué, ni han venido mis colegas, ni había gente por allí para cantar. Total que me he tomado los dos litros. Sí, sí, lo que le digo, los dos litros de cerveza yo solito. Con el pescao a cara perro. Y sí, la verdad es que lo noto ¿eh?. Y a mí cuando bebo me da por charlar. No soy violento ni me meto con nadie ¿eh? Pero sí que me da por charlar. Ah bueno, y me entra sueño. Entre el pescao, la cerveza, la carrera hasta aquí, y la hora que llevamos aquí, vamos, que me voy a echar un ratito. Eso sí le digo, amigo: si me quedo dormido, al que venga dígale que yo soy el cuarto. Y si abren la puerta me despierta, por favor. Bueno. ¿Usted no habla nada? ¿No? Joé que venimos al Falla y yo cada vez que vengo hago amistades en la cola. Pero usted, bueno ustedes tres, es que no habéis abierto la boca en toda la noche. Pues eso, que yo me callo ya.

Y Manolo, en un segundo, se entregó a los brazos de Morfeo, con el sonido de la fuente de la plaza de Fragela, que es así como se llama la que tiene el honor de ser antesala de nuestro Gran Teatro; que Falla sólo es la parte que rodea al coliseo, que ni es plaza ni nada, sino tres laterales de calle. Y la plaza en sí, la que debería llamarse de Falla, es en realidad Fragela, el nombre del comerciante que construyó la “Casa de las Viudas”, que es justo la que está enfrente de la fachada del Falla. Casa de las viudas que tiene nombre de chirigota del 94, pero que no es por eso por lo que tiene su nombre; sino porque servía para acoger a las viudas de los empleados del tal don Juan Fragela, que también hizo en Cádiz la “Casa de las Cuatro Torres”. Y poco más voy a contar que me enrollo, como Manolo después de dos litros de cerveza.

Sólo decir que Manolo se despertó con el sonido del pirulo de la Policía Local. Era ya de mañana, y Cádiz había vuelto a recuperar los colores que entrega cada tarde a la noche, para que se los custodie y se los devuelva todos los días con olor a café. Con los ojos legañosos, Manolo contempló dos cuerpos vestidos de azul marino, que volvieron a hacerle sombra a los penetrantes rayos del Sol.

-Disculpe, caballero. Policía Local. ¿Qué hace en el suelo? ¿Le pasa algo?

-Perdón, me he quedado dormido, Yo iba el cuarto. Estos señores iban antes ¿Han abierto ya el Falla?

-¿Es usted Manolo?

-Sí ¿cómo lo saben?

-Vamos a llamar a una ambulancia. Y vamos a avisar a su famila. Le han echado de menos toda la noche. Estaban preocupados porque no se ha tomado usted su medicación.

-Pero yo voy el cuarto, estos señores están delante día. Son tres y yo voy el cuarto. Si me voy pierdo el sitio y yo tengo que entrar en el Falla.

-Caballero. No va usted el cuarto. Esos tres son la escultura de Don Cayetano del Toro. Ha estado usted a punto de caerse dentro de la fuente.

-¿Qué? Entonces voy el primero

-Manolo, no insista más. Ya mismo estará aquí la ambulancia. No hay concurso, y póngase la mascarilla que estamos en pandemia.