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En nuestra ciudad Montevideo natal, hay un carnaval como un concurso como éste, con verdaderas comedias musicales populares sobre los escenarios. Es que el carnaval se celebra en todo el planeta, pero parecen ser los grandes desfiles o corsos, el modelo predilecto para esos festejos, salvo algunas excepciones: Cádiz y Montevideo por ejemplo. El devenir histórico ha llevado a ambas ciudades a festejar carnaval creando espectáculos cantados, llenos de teatralidad, en donde el público toma asiento y se presta a escuchar atento letras con profundo contenido social, humor, críticas satíricas y representaciones grotescas de su cotidianidad. 

Intentar responder por qué ambos carnavales guardan tanto parentesco, es más complejo de lo que parece. No obstante, hay guiños históricos que atan a ambas celebraciones. Hay varias versiones sobre el origen de la murga uruguaya y no hay cien por ciento de acuerdo entre los historiadores al hablar de este asunto. En principio parece estar bastante documentada aquella historia que cuenta que una agrupación musical montevideana, de las varias que presentaban repertorios en los carnavales de los inicios del siglo XX, se sintieron atraídos por el número de un grupo de Cádiz llamados “Los Piripitipis” que estaban de recorrida por latinoamérica interpretando piezas típicas gaditanas de la época. Si bien también hay quienes dudan de algunos aspectos de esta historia, lo que si está escrito y oficializado es que la primera murga en ganar el concurso oficial de carnaval fue “La gaditana que se va”, por lo tanto es legítimo asumir que hay gaditanismo en el amanecer de la máxima expresión del carnaval uruguayo. Si bien podemos establecer que materialmente esa fue, en teoría, la relación más estrecha entre ambos carnavales, increíblemente más de cien años después nos maravilla ver como las murgas uruguayas y las chirigotas y comparsas gaditanas, mantienen características increíblemente similares. Si bien no hay una razón contundente para explicar este fenómeno, podemos rastrear que siempre en mayor o menor medida a lo largo de la historia, a ambos lados del atlántico nos hemos mandado piropos a escondidas.

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Imagen de Magdalena Dutra en Pixabay

Musicalmente el carnaval uruguayo se ha nutrido de tangos y pasosdobles da Cádiz; por ejemplo Edú “Pitufo” Lombardo, por nombrar uno de los músicos referentes de la murga uruguaya, ha sabido colocar estas melodías en la histórica murga “Contrafarsa” ya en la década del 90 y hasta el día de hoy varios conjuntos lo siguen haciendo. Seguramente una de las declaraciones de amor más explícitas de un carnaval al otro fue en 2007 cuando Juan Carlos Aragón presentó su célebre comparsa “Araka La Kana”, aludiendo al nombre de la histórica murga “Araca la Cana” pero homenajeando a todo el género. Ya con éstos vínculos más estrechos, las murgas “La Clave”, “Agarrate Catalina” y la propia “Araca la Cana” se animaron a recorrer los casi diez mil kilómetros que separan a ambas ciudades para llevar nuestro género a los gaditanos. También hay reciprocidad en ésto; distintos grupos de gaditanos, por ejemplo la chirigota del “Canijo”, han llegado a nuestro lado del Río de la Plata para traernos el tres por cuatro. Incluso los uruguayos radicados en Madrid que formaron la murga “Tirando de la Bohemia” se animaron a presentarse en el Gran Teatro Falla con la comparsa “La Gaditana que Volvió” contando en sus filas con importantes murguistas como Alejandro Balbis y Javier Carvalho.

El romance Cádiz Montevideo ya es historia escrita y eso no se borra. Será responsabilidad de quienes aman el carnaval mantener viva la llama y contarle a su pueblo, que hace más de cien años hermanos carnavaleros de lados opuestos del mundo dialogan entre sí con coplas y cuartetas.

SEBASTIÁN MEDEROS
Letrista de “Metele que son pasteles”
Actor y guionista de teatro
Periodista e investigador del carnaval uruguayo