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Qué pena que no hubiera llegado la vacuna a tiempo pa salvar el Carnaval 2021. Más que na porque teníamos un tipazo: Los del Capitolio. El del centro con la cara pintada de amarillo y azul y dos cuernos en la cabeza y el resto ajín de cualquier jechura. La presentación cañera, con el I was born in the USA de Spreengteen y el final del popurrit con el himno de los EEUU. Flojito, a tres voces . Un bastinazo. Ya habíamos escrito tres pasodobles: dos a la pandemia y uno al frío que estaban cogiendo en los colegios los niños de segundo de ESO de la Mirandilla. Este último de poner bocaabajo al auditorio. Teníamos escritos ya 15 cuplés. Todos de gran categoría. El primero a los vídeos caseros durante el confinamiento y unos cuantos al rey emérito y sus desventuras: que si Corina tenía trisnina, que si Felipe sexto pa las pajas era y seguía siendo ambidiestro, que en Abu Ddabi tenía Juan Carlos un camello llamado Gabi. En fin, una pena, un desperdicio de letra y música. Y el cuerpo del popu dedicado todo al cabrón de Trump. Sin anestesia. Nada de atrezzo porque con la que estaba cayendo nadie había pagao ni una cuota. Y de regalo habíamos hecho una rumba sandunguera dedicada a Filomena y a la nieve que lanzó aquel Enero sobre Madrid con un estribillito pegadizo que decía “Traigo un cabreo cariño porque llevo un montón gastao, blam blam, y todo era congelao”. La íbamos a formar en Pasquín. Pero no llegó. Una lástima. Y luego vino el resto, qué te voy a contar.

Al carnavalero de ahi afuera portada
Fotografía: El Tercer Puente

Parece que fue el Marzo pasado cuando estalló la pandemia de Covid-19, tras el Carnaval 2020. ¿Te acuerdas? Durante algún tiempo, aquel año, creímos que era posible celebrar el siguiente. Íbamos bien. Pero poco a poco empezó a colarse aquel falso e interesado debate entre economía y sanidad. Un debate nefasto introducido por los grandes beneficiarios de aquel sistema consumista y loco. ¡Salvar el verano!, gritaban los enfermos del dinero, ¡Salvemos la navidad! clamaron después los que siempre tuvieron los pulmones infestados de billetes y de avaricia. Salvar su economía, en definitiva, recitaban los mismos que habían creado las condiciones para el surgimiento de aquella pandemia y de los desastres que habrían de venir. ¿Recuerdas? Aquellos que creían que podían pagarlo todo con su poder y en verdad no tenían ni pa alquilar una pataíta del Marsellés, un trío del Noly, un verso de Krahe y mucho menos un ratito de Martes de Carnaval en una esquina de Capuchinos de las que sabemos tú y yo. ¿Sabeloquetedigo, no?…. En el justo instante donde se producía el divino conjuro. Eso es… ahí… justo ahí. Cuando venía el duende travieso y distinguido y nos bendecía con su néctar áureo de manzanilla. ¿Recuerdas, no? Po nos lo robaron, picha mía. Eso y tantas cosas…

Nosotros seguimos escribiendo cositas y ensayando por la plataforma Skype, que tiene nombre pa que lo grite el Pillo, que en paz descanse. Por pura nostalgia. Cada uno en su búnker, atentos a la actualidad, que está matona, pero también preñada de material para las coplas. Cualquier día cae un meteorito y nos coge con el boli y la libreta sacándole punta, por muy redondo que sea. Y si no reciclando letras, año tras año. Cerrando los ojos cada febrero. Degustando la gratuita y ya imposible sensación de volver a pisar los adoquines mientras desde un balcón descargan sobre ti la gloria de una bolsa de papelillos. En Cádiz, a 12 de febrero de 2040.