Me alegró comprobar que el gran Federico Sopranis coincidía bastante con lo que apuntaba Pollo Sanguinetti en el “Catón de Nopragmática o Pragmática Genética”, que tuve el gusto y el honor de editar (Madrid. Ediciones de la Discreta 2004. ISBN: 84-96322-00-9).
En el capítulo denominado “Complicatura y Ombligancia” de esta obra se describen situaciones de comunicación o comunicancia similares a las estudiadas y expuestas por el erudito gaditano residente en Texas (U.S.A.) en una conferencia pronunciada cuando aún era muy joven en el Ateneo de Chiclana. Gracias a un estudioso local muy cualificado tuve ocasión de conocer la sinopsis de tan interesante exposición publicada en la revista “Puente Chico” y, omitiendo algunas opiniones muy rotundas emitidas, como de paso, por Sopranis sobre la persona de don José María Pemán y sus ancestros fallecidos, es preciso entrar en el núcleo de la cuestión: las nociones de “autoentropía” y “endoentropía” obedecen a situaciones comunicativas en las que el propio emisor se confunde a sí mismo voluntaria o circunstancialmente, vamos, que se lía él solito o, dicho en términos vulgares: “se hace de la picha un lío”, o, por no discriminar, “se hace del clítoris un enredo”.
Resulta increíble cómo Sopranis se adelanta a lo escrito por Cathcart Thomas y Klein Daniel en “Aristóteles y un armadillo van a la ciudad” muchos años más tarde, ya en 2011. Y es que don Federico llega a sus conclusiones sobre tan crucial asunto mediante el estudio de discursos variados de políticos (y políticas, nada de discriminar, coño) en los que la endoentropía es patente con resultados de confusión o despiste total del auditorio. También esos señores americanos andan a vueltas con las pamplinas que dicen los políticos, mira qué coincidencia.
El caso es que la semiología viene a decir que la respuesta a la entropía suele ser la redundancia, o sea, la repetición, a ver si de ese modo se entera el besugo del interlocutor. Pues no es el caso, porque tanto Pollo Sanguinetti y, sobre todo, Sopranis, comprueban que el (o la) incurso (o incursa) en ese tipo de entropía intentan arreglarlo por la vía emotiva, incluso folclórica, proclamando su amor a Andalucía entre sollozos, o a otras Patrias chicas o grandes, si procede. Claro que, como don Federico, aún cuando exiliado, es gaditano y andaluz de pura cepa, echa mano a peroratas de políticos o políticas locales. La dicotomía semiológica “cuela / no cuela” arroja dispares resultados dependiendo del grado de sensiblería o gilipollez del receptor.