Vienen nuevas elecciones. Otra vez la fiesta de la democracia. Ya que hay poco trabajo, al menos tenemos fiestas. Decidir a quién votar va a ser, una vez más, una papeleta.
En estos meses y algunos anteriores, políticos, tertulianos, titulares de periódicos –algunos titulares han sido, en mi molesta opinión, para sentarlos en el banquillo- nos han alertado por activa y por pasiva de que si entra Podemos, España se va al garete. Porque estos nuevos demonios –antes eran los comunistas- lo que quieren, realmente, dicen, es cargarse España e implantar una dictadura ‘modelo Venezuela’. Vale.
Curiosamente no lo dicen del otro partido nuevo: Ciudadanos. Con esta nueva formación no se sigue el ‘más vale malo conocido…’, ergo es más de lo mismo, o sea, de lo que ya había. No creo que les moleste que se lo diga de esta manera, porque entiendo que lo llevan a gala y, además, lo han demostrado por activa, poniendo siempre ‘la gran coalición’ encima de la mesa negociadora.
Pero volvamos a la bomba de relojería Podemos. Puede ser que lo que quiera Podemos sea eso que dicen y, efectivamente, cargárselo todo y a todos y volver al blanco y negro y al UHF y VHF y a los rombos. Tampoco sé cómo es en Venezuela, la verdad. Quizás ése sea su demoledor plan. Al menos, eso es lo que han dicho y siguen repitiendo tertulianos, políticos y prensa, claro está, de cierto color. Lo cierto es que no lo sabemos. En este punto se me viene a la mente la incontestable ‘por sus hechos los conoceréis’, y claro, como todavía no ‘han hecho’…pero Wait!, están gobernando en algunas ciudades y no se han ido por la cloaca ni se han transformado en guetos. Pero claro, a lo mejor es que el ‘plan’ diseñado es para el Estado, y lo de ahora es solo para darnos coba. Puede ser. Hmmm.
Siguiendo con lo de los hechos, sí sabemos lo que hizo –o no hizo pero quizá debió haber hecho- el anterior partido ‘grande’ que nos ha gobernado bastantes años y que conforma, junto al PP, el denominado bipartidismo. No, no han sido dos partidos idénticos, pero en el devenir se han empezado a parecer tanto en ciertos aspectos que no es fácil distinguirlos; a saber: macroeconómicos, reforma laboral, casos de tramas de corrupción, clientelismo estructural, ‘puertas giratorias’, incumplimiento en la revisión de los acuerdos con la Santa Sede, cumplir con la Constitución en cuanto a la laicidad y aconfesionalidad del Estado, monarquía intocable –ni siquiera abrir el debate- o lo que se convirtió en el principio de la debacle para ese partido: la reforma, junto al PP, con nocturnidad y a espaldas de la ciudadanía, del art. 135 de la CE (léanlo, es muy heavy) que viene a decir: primero el pago de la deuda; luego las necesidades de la ciudadanía; lo cual, hay que reconocerlo, encaja a la perfección en la Europa de los mercaderes. También sabía dicho partido, como sabía el PP, que España estaba creando una burbuja inmobiliaria que en caso de que estallara tendría consecuencias terribles, pero no hizo nada por cambiar el modelo productivo. Simplemente no hizo nada. Sí, el partido socialis… el PSOE, no es comparable al PP en algunos asuntos sociales de calado: matrimonio homosexual, adopción, aborto, igualdad, TVE, dependencia, memoria histórica… es cierto; pero lo dicho anteriormente también. Me he detenido en este partido porque nos ilusionó mucho a muchos, y luego nos decepcionó del todo.
Y también sabemos –y padecemos- lo que han hecho los que gobiernan. Lo sabemos de sobra. Hasta en ‘funciones’ son antisistema; pasan del control parlamentario. España está rota. Lo dicen todos los indicadores, instituciones europeas, Cáritas, Intermón… y sobre todo, lo vemos a poco que uno mire detrás de la tele cuando está el telediario; levante algunas portadas de papel para ver qué hay debajo o pase por algunas calles de su ciudad: la brecha social (diferencia entre los que más tienen y los que menos), el altísimo desempleo, la drástica disminución de derechos y libertades (la ley ‘mordaza’ está cuestionada por la propia UE), el deterioro del Estado del Bienestar (sanidad, educación, pensiones y ayudas sociales), la impunidad de las élites ante la justicia, el fraude fiscal masivo de los que más tienen, la amnistía fiscal, la corrupción estructural, el partido del gobierno imputado, la nula ayuda al desarrollo , la insolidaridad insultante con el drama de los refugiados, etc. (y el ‘etc’ es muy largo)
La sabiduría popular dice que ‘más vale malo conocido que bueno por conocer’, pero esta vez, al menos ésta, me lo voy a saltar, porque lo malo conocido es muy malo. Duele. Yo me decanto por lo ‘bueno por conocer’ que, hasta ahora, no han roto nada. Llamadme loco. Y si finalmente asaltan los cielos y nos fallan, que se preparen.
Fotografía: Jesús Massó