Ilustración: pedripol
No le descubro nada nuevo si le digo que política y libros son dos palabras que no suelen ir, a menudo, en el mismo sintagma. Por norma general, a los gobiernos nunca les ha interesado una ciudadanía ni formada ni informada, por lo que el fomento de la lectura siempre ha formado parte de las materias “maría” que en cada legislatura aparecían al final de la lista. Un pueblo que no lee siempre es más fácil de gobernar, de domesticar, de alienar. Por eso, salvo en los epígrafes de los programas electorales -que tampoco lee nadie- que la gente lea, nunca ha sido una prioridad.
Y sin embargo, la Ley de la Lectura, del Libro de las bibliotecas (Ley 10/2007 de 27 de junio) establece que los planes de fomento de la lectura son una herramienta básica para el ejercicio al derecho a la educación y a la cultura; claro que como le dije antes, esto no suele salir del marco legal y los niveles de lectura de nuestro país son los que son, y cada vez más bajos.
Por eso, es por lo que resulta tan interesante que nuestro Ayuntamiento haya apostado con tanta fuerza por un Plan Municipal de Lectura. El municipio es, sin duda, la institución política y administrativa más cercana a la ciudadanía y con más capacidad de influencia. Así lo demuestran los programas “ciudades emprendedoras”, “ciudades creativas”, “ciudades educadoras” que con tanto éxito se vienen desarrollando en otras localidades, y que ponen de relevancia la importancia de la implicación de los vecinos y vecinas en el diseño de la ciudad que quieren.
Cádiz había sido -o eso nos dijeron- ciudad constitucional, ciudad que sonríe, ciudad que funciona. También había sido la ciudad de las tres C -Carnaval, Carranza y Cofradías-, pero nunca había apostado por un diseño de ciudad cultural, y eso que luego se nos llena la boca hablando de creatividad, de literatura, de historia, de arqueología, de patrimonio…
“Cádiz, Ciudad Lectora” es el fruto de la ilusión colectiva, de aquella marmita en la que se coció a fuego lento Culturas Comunes, donde se recogieron las voces de la cultura gaditana. El Plan Municipal de Lectura se convierte así en el primer hijo que se independiza del Plan Director de Cultura, y que comienza su andadura con la intención de consolidarse pronto en la ciudad.
Una ciudad que lee y que se lee, que escucha y que se escucha, que escribe y que se escribe. Porque solo así es posible construir una capacidad solidaria, crítica y participativa que contribuya a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y ciudadanas.
Elevar los niveles de lectura en la ciudad no es más que proporcionar oportunidades de acceso a la cultura y generar desarrollo social. Potenciar las bibliotecas municipales como centros de formación y lugares de ocio no es más que ofrecer espacios de creación y de encuentro social. Conquistar nuevos espacios para promover la lectura y la escritura es hacer de la ciudad un lugar acogedor para todo tipo de expresiones culturales sin distinciones, sin sesgos… una ciudad, en definitiva, lectora.
A través de cinco perfiles de destinatarios, el Plan Municipal de Lectura pretende dar respuestas a toda la población mediante actuaciones dirigidas a mejorar los niveles de lectura en la ciudad, y con ello, a mejorar la formación, la información y la capacidad crítica de los ciudadanos. Acercar la literatura gaditana a los barrios más alejados del centro, promover certámenes de lectura y de escritura para jóvenes y adolescentes, facilitar el acceso a los libros a las personas con discapacidad, prestar atención a las comunidades inmigrantes y a los grupos más desfavorecidos socialmente.
Vamos a leer. Entre todos vamos a hacer de esta ciudad un lugar para leer. Y vamos a llegar muy lejos, porque como dijo Cervantes “El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”.
Y de eso se trata.