La ministra de Empleo en funciones, Fátima Báñez, ha repetido estos días visita a la Bahía de Cádiz. Nunca podremos agradecérselo bastante. Su presencia supone siempre una inyección de optimismo para la maltrecha autoestima gaditana, muy deteriorada, dicen, debido a los mensajes de infundado pesimismo propalados por resentidos opinadores que no aman a su ciudad. E incluso por el mismo alcalde de la capital, al que, por su tendencia a utilizar los tonos oscuros a la hora de pintar y exponer en público la realidad gaditana, se atribuye la abstención y huída del capital inversor.
Consciente de todo ello, la ministra, aun estando en funciones, ha tenido que venir a redibujar el panorama laboral y empresarial de la provincia. Y lo ha hecho poniendo las cosas en su sitio. En primer lugar rectificando muy al alza las modestas previsiones que hace sólo unas semanas nos hacían Antonio Sanz, Teófila Martínez y Francisco Loaiza respecto a carga de trabajo conseguida para los astilleros de la Bahía. Si aquellos tres escuderos suyos hablaban de que el Partido Popular había logrado 8,5 millones de horas de trabajo, la ministra las ha elevado a 15 millones.
También ha rectificado la titular de Empleo en funciones al presidente de NAVANTIA, que hace muy poco sugería a las empresas auxiliares de la Bahía la necesidad, para ganar en competitividad, de superar esquemas del siglo XIX y la consiguiente adecuación a la sociedad digital del siglo XXI. Contra este mensaje un pelín pesimista del presidente de NAVANTIA, que arrojaba sutiles dudas sobre la adecuación 4.0 de las industrias auxiliares de la Bahía, la ministra de Empleo en funciones ha hecho hincapié en el demostrado talento de esas mismas empresas para responder a las expectativas del futuro.
En definitiva, la visita de la ministra Báñez ha servido para mostrar a la sociedad gaditana que el problema no es la realidad por la que transita la provincia desde hace mucho tiempo, sino la percepción que la gente, determinada gente, tiene de esa realidad. A ella no debía gustarle que incluso sus escuderos se mostrasen timoratos a la hora de describir el futuro cuasi perfecto que el Partido Popular tiene reservado para la Bahía y la provincia. Y por eso tuvo a bien bajar a Cádiz provista de sus pinceles mágicos.
Dejando a un lado irónicas disquisiciones, y comprobando una vez más la reincidente demagogia de la ministra de Empleo, uno tiembla ante la posibilidad de que el Partido Popular vuelva a gobernar este país durante otros cuatro años. Y no digamos si este partido, con o sin Teófila Martínez al frente, vuelve a gobernar la ciudad de Cádiz. Uno tiembla, si, porque tanto la ministra como la exalcaldesa han sido y son un escollo para una comunicación leal ─es decir, realmente democrática─ entre la ciudadanía y quienes, desde el poder, tienen la obligación de contener la frivolidad comunicacional y ser respetuosos con las expectativas de una sociedad especialmente maltratada, como es la gaditana.
La ministra de Empleo se pasa de frenada cuando pone a Cádiz “como ejemplo de éxito laboral”. Y produce vergüenza ajena cuando pretende adular a las empresas reconociéndoles retóricamente un talento que a la hora de la verdad es sibilinamente cuestionado por quienes tienen que contratar ese talento, en este caso NAVANTIA.
En resumidas cuentas, creo que son de agradecer las visitas y la logorrea de la ministra Báñez. Con ello se nos da la oportunidad de comprobar empíricamente hasta dónde puede llegar esa tendencia del poder a cultivar la desinformación, a pretender la infantilización del juicio de la ciudadanía, a fomentar la ausencia de racionalidad crítica, a expandir el pensamiento ilusorio… En definitiva, la imposibilidad de que habite entre nosotros una democracia renovada que tome el relevo a un sistema representativo viciado y que se ha demostrado engañoso.
Fotografía: Fani Escoriza