I love Corrine, tell the world I do
I love Corrine, tell the world I do
Ray Peterson
Me suena a balada ñoña de los sesenta mientras escucho en la radio con cierto asombro que el caso de las conversaciones grabadas entre Corinna Sayn-Wittgensteino y Juan Carlos de Borbón ha pasado a la Audiencia Nacional.
Lo que en principio parecía ser un lío más, de los líos atribuidos de siempre al entonces tan campechano monarca ha pasado de la prensa del corazón (con el añadido de una trama de espionaje algo casposa) al Ministerio de Hacienda e Interior y puede llegar a ser un asunto político de interés nacional ya que las comisiones, testaferros, mordidas y negocios con gente nada recomendable, por no hablar del caso Nóos y su yerno, amnistía fiscal y demás privilegios de los que parece, se ha beneficiado Juan Carlos darían pie a sentarle en el banquillo de los acusados.
Ni en un ataque agudo de optimismo creo que pueda ocurrir tal cosa, aunque la ley deba ser igual para todos, porque el ahora rey pensionista entonces era inviolable y parece que ahora es aforado, además la Ley de Secretos Oficiales puede “matizar” cualquier investigación, por no recordar las olvidadizas declaraciones de su hija o la tibieza de muchos políticos ante el peso de la Casa Real.
Me voy a saltar la historia de cómo los Borbones llegaron al trono allá por el 1701 y centralizaron las Españas; pueden preguntar a los estudiantes de bachillerato. De la primera Restauración Borbónica en el XIX, pregunten a los mismos; y también por la segunda restauración del “caudillo” Francisco Franco (1969), gracias a la cual Juan Carlos I fue rey. Ahora rey jubilado y uno de los dos reyes actuales (si no quieres caldo….).
Un hombre con suerte por quien, al morir el dictador, nadie daba un duro. “El breve” le dijeron entre otras cosas menos amables. Pero ese rey heredero de Franco, enarboló la bandera de la democracia y salió airoso incluso de un golpe de estado. Por entonces sus líos de alcoba se silenciaban. No se le llamaba censura, sino un pacto entre caballeros que se basaba en no hablar de los asuntos privados del rey (al que el machismo más rancio incluso jaleaba). Todo esto debió ser lo que llevó al nulo control del Parlamento y el Ejecutivo sobre los asuntos del monarca, y no digo privados, sean cuales sean los asuntos; (económicos o sentimentales…) cuando eres jefe de un estado y lo representas, más que una bandera, tu vida privada debe ser tan ejemplar como el cargo que ostentas.
Sus meteduras de pata o de cadera comenzaron mucho antes del famoso lo siento mucho, no volverá a ocurrir, que está claro se refería a cazar elefantes porque de todo lo demás -farras y negocios incluidos- hizo, hace y seguirá haciendo lo que le venga en su real gana, aunque el emérito haya devenido en demérito.
Corinna, la llamada “amiga íntima” de Juan Carlos no deja de ser una querida de las de “toda la vida”. Una de “las ocho amantes clonadas del emérito” dice un titular digital, por mucho que se la presente como una mujer de negocios para actualizar a la favorita del rey, como si pudiese renovarse tal anacronismo. Me descoloca leer que Corinna dice que el rey le prometió matrimonio porque ya no sé si es una Mata Hari de las altas finanzas, una ingenua damisela romántica o una caradura con mucho morro hialurónico. Pero chorradas frívolas aparte, esta señora, sólo me interesa por estar íntimamente relacionada con la más alta representación de este país que por lo visto es o era el rey. Y dicha relación no deja de ser muy decepcionante o bochornosa para lo que se espera de un monarca constitucional.
Y digo monarca y no soberano, porque en singular suena a coñac y porque el único soberano según nuestra encorsetada Constitución es el pueblo español del que emanan todos los poderes. Así que como pueblo soberano que somos podríamos decidir si cambiar la herencia de un dictador, cambiar el jefe del estado, la forma y modelo de ese estado, la constitución y lo que haga falta. Parece fácil… ya.
Intento recordar aquella canción melosa…¿o era una peli de mucho llorar?