Con el disco Todo es posible, la ya larga carrera artística y discográfica de la banda sevillana Daniel Mata en el Callejón del Gato ha alcanzado el punto de ebullición de una madurez que, en realidad, era ya totalmente esperable desde sus trabajos anteriores. Oigan si no el directo retrospectivo “Tiempo estimado” (2012) y comprobarán que estamos ante un talento poderoso de maduración larga y reposada que, aunque ha habitado siempre la periferia de la industria por purita coherencia artística, tiene una clara vocación de mainstream. Bien debiera el trabajo de Mata, desde luego, ser más conocido de lo que cantautor y banda se han planteado en realidad ser.
Mimbres, desde luego, no le han faltado nunca para el éxito masivo y, mucho menos, en este hasta el momento su último trabajo. Aquí la depuración compositiva de sus canciones y la afinada (y afilada) puntería de sus textos hacen que transitar por el puñado de temas que componen este disco se convierta un pequeño master sobre coherencia musical y, sobre todo, una deslumbrante y a la vez mansa sabiduría sentimental, gracias básicamente a un lirismo doméstico y profundo, que en realidad es y siempre ha sido la piedra angular de su carrera.
Arropado por una banda de músicos pudientes y experimentados (en la que militan la incombustible fidelidad del bajo de Enrique Mengual y la complicidad de las siempre eficaces guitarras de Ale “Kanishe” Rodríguez, entre otros), el disco se abre con una imponente apertura de manos de la agridulce “Pedagogía”, todo un verdadero buque insignia donde la banda nos pone sobre aviso del especial tratamiento que la producción del disco ha experimentado con respecto a sus anteriores entregas. Pero, además, supone un pausado regodeo en el sosiego lírico y en el modelado de las texturas más hondas e intimistas de sus canciones, elementos que, junto al desenfado vitalista y la socarronería social, se encuentran aquí en un estado de gracia y de destilación solo propios de las obras de madurez.
En “Desenamorarse”, temazo con que la banda se lanza a explorar los territorios sonoros del sonido más indie, se nos propone visitar parajes compositivos en los que Mata ha realizado pocas incursiones hasta el momento, a la vez que se nos plantea una exquisita insinuación retro al pop-rock alternativo, justamente ahora que ha dejado de ser una moda totalizadora (y totalitarista) en este país.
A partir de aquí, se abre el muestrario ecléctico y desacomplejado al que la banda nos tiene acostumbrados: la irónica bossa construida sobre esdrújulas de “Investigaciones íntimas”, la delación social sin petulancia de “Vergüenza” o de “Por el Skype”, la rumba decadente y agria de “Croquetas”, el himno tabernario y epicúreo de “Casi siempre” o la amarga caricatura generacional de “Pureta Peter Pan”, hasta alcanzar el electrizante lirismo de“La máquina del tiempo”, uno de nuestros temas favoritos donde el estribillo bien pudiera resumir toda la actitud artística y vital del irrepetible cantautor (“Mi máquina del tiempo / solo viaja al presente”).
La versión online del disco (que pueden ustedes encontrar en las plataformas más populares como Deezer o Spotify) se completa con el bonustrack de “La periferia de abril”, donde aparecen ilustres colaboraciones sevillanas, como son las de Andreas Lutz (O´Funkillos), Vicky Luna (Las Niñas), Capitán Cobarde (Albertucho) o el rapero Melow SMS.