Como Bill Murray presenciando día tras día salir de la madriguera a la marmota en Punxsutawney, parecía que estábamos condenados a la repetición de unas elecciones que proyectaban un resultado similar al obtenido el pasado 20D. La apatía y la desafección podrían haber dibujado un escenario abstencionista, con un electorado desanimado y descreído. Ante esa posibilidad, la irrupción de la coalición de IU y Podemos (Unidxs Podemos) ha supuesto la agitación del tablero partidista y devuelto la ilusión a muchas personas que llevan años intentando, sin conseguirlo, la unión de los grupos políticos que integran la izquierda de este país. Y no incluyo de manera intencionada al PSOE en la izquierda como tal, porque desde hace ya bastante tiempo rehusó a todo atisbo de socialdemocracia para abrazar plenamente al socioliberalismo que aparece fruto de las dificultades ideológicas de la izquierda europea tras la caída del Muro de Berlín y el incuestionable abrazo que realizó al desarrollo posterior de la Tercera Vía de Giddens y Blair. Esta Tercera Vía apareció como la alternativa que construyó una socialdemocracia europea en plena crisis de identidad y que se encontraba ante un capitalismo triunfante que imponía el pensamiento único sin alternativa ideológica a la vista, como afirmó Fukuyama en el Fin de la Historia.
La vuelta de esa ilusión al votante de izquierdas (plural y de izquierdas no ortodoxos) se traduce en una alta probabilidad de posicionarse como principal fuerza política para la formación de un gobierno progresista. Hablamos del tan temido, o esperado, sorpasso de Unidxs Podemos al partido socialista. Para que ello ocurra, Unidxs Podemos ha planteado un nuevo frame discursivo que transcurre por la definición de unos ejes estratégicos basados en la polarización de la campaña sin dejar opción a otras opciones intermedias, o el PP o nosotros; mensajes electorales en positivo vertebrados sobre la idea de cambio, esperanza e ilusión que comienzan con el propio eslogan elegido, la sonrisa de un país; realizar un nuevo ejercicio de mutación ideológica, sin duda uno de los puntos fuertes de Podemos (quizás su misma esencia) que efectúa con frecuencia y siempre desde una coherencia electoral, para presentarse como la nueva y renovada socialdemocracia en oposición al fracaso que ha supuesto la de corte socioliberal representada por el PSOE; conservar los mejores elementos de campañas anteriores referidos a regeneración democrática y recuperación de soberanía por parte de la ciudadanía y contundentes píldoras de justicia social sobre la base del reparto progresivo de las consecuencias de la crisis; campaña electoral fundamentada en apariciones en programas de televisión y maximizar esfuerzos y diseñar específicamente acciones electorales en aquellas circunscripciones en las que puedan producirse cambios en la distribución de escaños.
La suma de esa coalición habría supuesto 14 escaños más en las elecciones del pasado diciembre y se habría descrito un arco parlamentario con un reparto de escaños en el que la posibilidad de formar gobierno de PSOE +Podemos en Coalición con IU habría estado mucho más cerca. Hay que reconocer que en política uno más uno nos son dos, pero hay quiénes están haciendo una lectura interesada negando la efectividad de la coalición. Porque la suma de dos partidos nunca va a restar, siempre va a sumar algo al punto anterior del que se parte y supone una variable que juega contra la fragmentación electoral histórica de las fuerzas políticas de izquierda en este país. Además, el efecto multiplicador que tenga esta coalición se podrá ver ampliado o disminuido no sólo por su propio resultado, sino por el que obtengan el resto de formaciones políticas. Habrá que mirar, por consiguiente, si el partido popular, que parte de una fuerte identidad partidaria y un alto suelo electoral, consigue movilizar a su fiel electorado, si el partido socialista es capaz de frenar la caída libre que lleva desde el año 2011 (lo que le ha hecho perder 1042 votantes diarios desde las últimas elecciones), y si Ciudadanos logra afianzar o no los resultados anteriores. En estos últimos días asistiremos a proclamas discursivas y mensajes con este objetivo, intentando promover efectos movilizadores de arrastre de votantes en el sentido de subirse al carro del ganador (bandwagon) o, por el contrario, mostrando solidaridad electoral con la posibilidad de apoyar una opción perdedora (underdog), según sea la posición en la que se encuentre cada partido político.
Bajando de nivel territorial a Cádiz, haciendo un ejercicio de política ficción con los datos del 20D, se pueden analizar la suma de votos obtenidos por los partidos de la coalición Unidxs Podemos y su comparación con el resto, asumiendo que el resultado es tramposo e irreal pero que nos puede ofrecer una imagen de las distancias de las que parten cada uno de ellos en estas elecciones. En el caso de la provincia de Cádiz, con los resultados obtenidos el pasado diciembre la suma de Unidxs Podemos se quedaría a poco más de 11600 votos de superar al PSOE y a 10 mil del PP. Ciertamente, parece algo complicado que a nivel provincial se produzca ese sorpasso. Algo que sí ha sucedido a nivel local en la capital, dónde Podemos por sí mismo supera al PSOE en más de 7000 votos y con la suma de IU sobrepasaría los 11000 de diferencia con los socialistas y en más de 3000 con el Partido Popular. Si comparamos los resultados de las dos últimas elecciones al Congreso, el PSOE ha perdido 4 electores diarios en Cádiz capital en el periodo temporal que comprende la X y la XI legislatura. Igual los líderes locales deberían reflexionar al respecto. De cualquier manera, parece que la circunscripción electoral gaditana se encuentra fuera de las provincias en las que existe algún escaño en juego (en Andalucía son Sevilla, Málaga, Granada y Jaén).
Esta situación electoral de la provincia se debe en buena medida a la consolidada posición de Unidxs Podemos en la capital gaditana. Mientras en otros lugares donde se parte de una situación de desventaja se debe plantear una estrategia “a ganar” nuevos electores, en Cádiz, además de intentar sumar, se debe conservar. Para ello es inevitable tener que poner en valor el primer año de gestión municipal. Durante ese año han existido algunos avances sociales y políticos, y sobre todo cambios en las formas de hacer política municipal, que se han conjugado con problemas de comunicación política, cierta candidez e inexperiencia en el funcionamiento de las instituciones públicas y duros enfrentamientos con una oposición que parece que tiene las miras puestas en otras claves políticas distintas a la local. En este contexto, se debe considerar dos niveles de acción: el ciudadano y el político. A nivel ciudadano no se debe caer en la trampa de las expectativas. Se debe conocer las dificultades competenciales que existen a nivel local para realizar políticas de alcance pero, sobre todo, se debe apostar por el diseño e implementación de políticas a medio y a largo plazo que produzca los cambios efectivos que todos y todas las gaditanas que votaron por el cambio reclaman, abandonando gestos efectistas y cortoplacistas que sólo maquillan la realidad pero no la transforman. A nivel político, los representantes locales deben hacer caso omiso a las presiones inmediatas y apostar por promover políticas que produzcan cambios profundos y que tengan consecuencias reales en las vidas de los gaditanos y gaditanas. Si la ciudadanía exige con fuerza lo inmediato se estará presionando para que a nivel municipal los representantes políticos no tengan otra opción que actuar así, llevado por los vaivenes del día a día, sin la posibilidad de diseñar un proyecto político serio para la ciudad Es decir, se estaría frente a la forma de hacer política que nos ha traído hasta aquí, más de lo mismo. Se caerían en las formas y métodos de una política que sólo se pone alerta cuando hay rédito electoral del que poder beneficiarse. Por el contrario, y entendiendo las urgencias sociales, se necesita paciencia, compromiso y apuesta decidida para el cambio, haciendo pedagogía política, practicando la transparencia, promoviendo la participación ciudadana y desarrollando políticas que busquen el beneficio de lo común. Esa debería ser la base del discurso de Juntxs Podemos en la capital gaditana, tanto ahora en campaña como en adelante.
Esta es la descripción del escenario electoral que nos encontraremos de aquí al próximo domingo 26J. Parecen claras las alternativas que han trazado las estrategias y acciones puestas en marcha por los partidos. Los datos de las encuestas muestran tendencias que parecen estables, pero en democracia la última palabra pertenece a la gente. Y parece evidente es que los ciudadanos y ciudadanas no quieren que se repitan unos resultados que nos pudieran llevar a una tercera cita electoral. Se suele decir que si no quieres obtener el mismo resultado no hagas lo mismo. Y en ésas está la ciudadanía, en dilucidar si se apuesta por cambiar la manera de hacer política en España o si se sienta a ver salir de la madriguera a la marmota como en Punxsutawney, día tras día…veremos finalmente si no se puede o, por el contrario, sí se puede.
Fotografía: Jose Montero