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tomando el sol

En la muy recomendable serie The Big Bang Theory el Doctor Sheldon Cooper y su novia Amy Farraw Fowler demuestran sus conocimientos vexilológicos emitiendo en streaming un programa con el título Diversión con banderas.

No creo que González Santos ni nadie de su equipo tenga mucho que ver con el peculiar científico, que padece el síndrome de Asperger, pero en este año que ha pasado en el gobierno si algo ha caracterizado la actuación municipal es su gusto por las banderas. Las hemos tenido de todo tipo: la española constitucional, la tricolor republicana, la verdiblanca, el pendón de Cádiz, la arcoíris del movimiento LGTB y hasta la de los scouts.

No ha sido lo único, evidentemente. También hemos aprendido en este tiempo que un alcalde lo tiene que ser a tiempo completo y no puede marcharse con sus hijos los días que le toca la custodia, que se puede ir en una procesión como hijo y no como alcalde, que Onda Cádiz no tiene por qué ser Tele Teo, que en Aguas de Cádiz pueden salir plazas a concurso, que se pueden tolerar las barbacoas del Carranza para después prohibirlas,…

No obstante, tan amante como soy de las metáforas, creo que hay dos banderas que sirven como ejemplo de lo que ha sido el año en el Ayuntamiento. La primera bandera es la de España. La rojigualda gigantesca que había en la Plaza de Sevilla. Su ausencia es la imagen de la campaña que los medios de la caverna han montado sobre Cádiz en este año. Es lógico, González Santos es bandera de Podemos –su militante con mayor poder- y contra él han centrado ataques surgidos sobre medias verdades o bulos. Desde la retirada de aquella bandera hasta los comentarios apócrifos de un Cónsul pasando por el mitin del Cumbres, la dinamita de sus tiempos de sindicalista, su presunto absentismo laboral, el vídeo de la policía local y el vendedor ambulante… Todo ha servido para atacar al alcalde, en ocasiones de forma tan burda como con la bandera que se retiró antes de que él tomase el bastón de mando, pero de cuya ausencia le hicieron responsable.

La segunda es la Tricolor republicana. Su colocación era un gesto hacia la Memoria Histórica, un compromiso ideológico que la acción de la oposición (ejercida desde la Delegación del Gobierno en Andalucía) y de la Justicia obligó a retirar. Es el otro ejemplo de lo que ha sido este año. Buenas intenciones y proyectos cuyas repercusiones no se miden y, finalmente, se quedan en nada. Como aquel izado de la bandera republicana.

Comienza el año II del Kichilato. Esperemos que para el 13 de junio de 2017 hablemos menos de banderas y más de diversión. Y eso, en nuestra ciudad pasa por más trabajo y menos pobreza.

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