Ya nos va sonando la palabra patriarcado. Vamos sabiendo que, a lo largo de la historia de la humanidad, la mujer ha sido relegada a un segundo plano, al ámbito de la vida privada por conseguir el mantenimiento del poderío de los hombres en cualquier ejercicio de la vida pública. Esto pasaba y pasa (ay de nuestras evoluciones) en todas las esferas humanas. El trabajo, el gobierno y la organización de las sociedades, la ciencia y la investigación y por supuesto también en la música y las artes. Conocemos nombres de cientos de pintores, escultores, músicos, actores y cantantes, pero nos cuesta más decir diez nombres de mujer expertas en estos ámbitos. Yo voy a centrarme en el ámbito de lo musical para exponerles una opinión que me ronda desde que practico música y carnaval que es, prácticamente, toda mi vida.
La evolución de la música, en lo que a la incorporación de la mujer se refiere, se ha venido desarrollando, igual que en otros ámbitos, a velocidad lenta. Pero lenta de miles de años. Ocultamiento, el uso que se hace de nosotras en la historia, en definitiva, esos tejemanejes del patriarcado, han hecho que las mujeres no tuviéramos, en general, acceso a la educación musical o al aprendizaje autodidacta mismo. Y si en algún momento hubo algo de esto, fue en el ámbito privado con el ejercicio de la intérprete ante su familia. Este ocultamiento de la mujer ha desnaturalizado y ha coartado la creación y la interpretación enormemente desde mi punto de vista. Piensen si no. Ahora mismo disfrutamos de una obra musical mundial excelente que ha realizado casi exclusivamente una mitad de la humanidad, piensen lo que tendríamos, si la otra mitad hubiera también ejercido.
Sigo avanzando para llegar donde quiero. En el caso de los conjuntos corales y la música vocal en grupo, tenemos que se han practicado barbaridades. Para conseguir una armonía más rica en este tipo de conjuntos e incluso para conseguir tesituras de voz altas de solista, la humanidad decidió en un momento determinado que, antes de que una mujer cantara públicamente, era mejor castrar hombres. La naturaleza nos da diferencias exquisitas que pueden llegar a alcanzar una conjunción perfecta, pero decidimos en un momento dado cortar, pero cortar literalmente, por lo (in)sano antes que incorporar a las mujeres al canto.
Y sigo con el carnaval. En estos últimos años, la incorporación de la mujer en el mundo del carnaval indudablemente ha avanzado muchísimo. Pero a mi a veces me da la impresión de que nos incorporamos al mundo adoptando y adaptando malas costumbres de nuestros compañeros. Voy a entrar en terreno farragoso, aviso, pero hay que mancharse y mojarse para que todo siga y pasen cosas. Me explico. Como digo, es indudable que las mujeres, poco a poco, vamos adentrándonos en el mundo del carnaval y vamos haciéndonos un hueco. Pero sigo sin comprender por qué, a excepción de en algunos coros y otras pocas agrupaciones, como grupos familiares, o alguna mujer así salteada en grupos masculinos, pocos, aún se defiende con rotundidad que los grupos tienen que ser o de voces masculinas o de voces femeninas sin mezcla posible. Creo que eso es un enorme error. Como apuntaba antes, de forma natural, las mujeres y los hombres poseemos cualidades vocales distintas que complementadas suenan armónicamente maravillosas. No comprendo por qué hay que buscar entre tres contraltos hombres enormemente prestigiosos para que una comparsa tenga más caché si hay posibilidad de que unas pocas más de mujeres hagan una octavilla perfecta porque somos así por naturaleza. Nos empeñamos, señores y señoras, en que los grupos mixtos se llamen así porque llevan orquesta masculina (con una excepción honrosa en el carnaval oficial y otras pocas más en el callejero) cuando hay mujeres guitarristas o bombistas o caja que podrían tocar
(o aprender porque todo se aprende) mientras hombres cantan. Pero no hay grupos mixtos de verdad pensados y organizados vocalmente de la forma que debiera ser la más lógica y natural posible. En definitiva, tengo la sensación de que hemos apostado por la segregación en el carnaval y creo que eso coarta muy mucho la creación y las posibilidades en este ámbito en cuanto a la interpretación y la creación. Nos echamos las manos a la cabeza cuando escuchamos que en los coles o en la vida se separa por razón de raza o sexo. Pero no nos espantamos de ello cuando pasa en carnavales. El carnaval ahora mismo, me parece que es como colegios de curas que son para niños y de monjas que son para niñas y donde cada cual crea su obra sin considerar a la otra parte. Como en las películas yankis cuando hay campamentos para niños y otros para niñas y se juntan en el baile final, aunque no han bailado juntos nunca antes y cada cual baila por su lado.
Las mujeres hemos tenido que montarnos nuestros propios grupos porque no se nos incorporó a los que ya había. No nos ha quedado más remedio para aprender y ejercitarnos. Creo que la verdadera evolución tendría que pasar por la conjunción definitiva; hombres y mujeres en un mismo grupo con segunda masculina, porque los hombres tienen voz natural de bajo o barítono, tenor de hombre o mujer, porque la tesitura media se puede alcanzar por cualquiera generalmente y octavillas mujeres ya que, naturalmente, nuestra voz es más aguda.
La cuestión es intentarlo. Créanme, no ahorraríamos muchas estridencias. Seguro que el experimento sería maravilloso, seguro que el resultado sería considerarnos verdaderamente iguales también por carnavales.