Ya no engaño a nadie. Ya sabéis que busco cualquier excusa para hacer poesía. No es que no sepa hacer otra cosa, es que no quiero. Busco en ella lo que estas palabras no son capaces de decir, tantas cosas se quedan en el tintero de la lógica que a veces más vale no usarla.
Por eso digo pájaro en vez de mujer y puente en vez de hombre. Es verdad que puede resultar pedante y a veces cansino aquellos tirabuzones en los que me enredo para decir cualquier cosa, lo sé, aun así creo en la palabra y en todas sus posibilidades.
Ahora que estamos en tiempo de libros y de celebración del lenguaje, de verbenas en torno a la palabra escrita, de editoriales en fiesta y librerías en flor. Ahora que es tiempo de literatura, ofrezco humilde mi palabra desnuda de toda la poética de la que pueda deshacerme. No será fácil.
Escribo libros, a pesar de eso entiendo que los libros son una enormísima tienda de animales en la que hay demasiado ruido. Palabra dentro, miles de animalitos se hacen fósiles cada vez. Un escaparate perfecto y luminoso se alza alrededor del objeto-producto, de la caja que envuelve el producto. Escribo libros porque amo a la palabra y la celebro. No estoy en contra de los libros por tanto. Estoy en contra de la importancia que le damos a los libros y escribo libros pero eso no tiene demasiada importancia. Nos creemos dueños de una cosa que ya existía. Nos creemos superiores porque un día aprendimos a leer y a escribir. Nos creemos…
Ahora bien: mi madre me cantaba nanas que yo no le cantaré a nadie. Mi abuela me contaba cuentos con finales distintos cada vez que yo no le contaré a nadie. Mi prima saltaba a la comba mientras cantábamos a la par cancioncillas que yo no voy a cantar a nadie. Somos el último eslabón de una cadena tan invisible que nadie la vislumbra por más que brille. Se nos escapa la tradición oral por los ojos y miramos impasibles hacia otros horizontes. Celebramos lo perpetuo y dejamos morir lo efímero con la misma alegría y certidumbre.
El pueblo es más poema que pueblo, por eso escribo poesía. Me sentí poeta mucho antes de publicar mi primer libro. Me soy poeta porque la palabra poeta me es a mí sin credenciales ni referencias y escribo libros, pero no es el libro antes que la poeta como no es el cuadro antes que el pintor.
Es por eso que en estos tiempos de celebraciones de libros que yo también escribo, también celebro inevitablemente la voz de mi madre cantando una nana moribunda.