Ilustración: pedripol
Keridxs Reyxs Magxs:
Ruego a sus majestades hacer un paréntesis en este mi republicanismo sobrevenido con la edad adulta, en la que ya no reconozco más rey ni reina que Freddie Mercury. En realidad, creo que empecé a dudar de ustedes aquella mañana en que dejaron a mi hermana bajo el árbol una casa de muñecas y a mí un scalextric mecánico. Ya olía a ardid de fuerzas tremebundas que nos impelían a ser la clase de mujer y de hombre que debíamos ser. Ya estaban contándome que Edipo habría de matar a su padre para ocupar su lugar y seducir a Yocasta. Mi cuerpo ya había sido marcado por los empellones y mofas de los compañeros del colegio.
A 31 de diciembre de 2016, jornada en la que empiezo a escribiros esta epístola, los misiles parecen haber dado una tregua a su tronar sobre los cielos de Alepo, Quizá sea esta la única buena noticia que puedo consignar en esta noche insomne de los tiempos. Noche oscura del alma en que se nos ha convertido este principiar del siglo XXI, con sus cadáveres flotantes sobre las costas del Mediterráneo, sus series sobre zombis que invaden el espacio vital de los vivos, sus monstruos cotidianos abatidos por el ‘bullying’ transfóbico en cualquier instituto de Secundaria de la España postfranquista.
Quisiera creer, sin embargo, y por ello esta confianza, tal vez efímera, que vuelvo a depositar en ustedes, que me queda algún motivo para la esperanza, que existen fuerzas centrífugas que pudieran subvertir esta Epifanía agónica que se nos anuncia. Una Epifanía sin ángeles caídos, sin tanatocracia que decida qué vidas se habrán de salvar y cuáles habrán de ser exterminadas o abandonadas a su suerte. Qué vidas merecerán el honor de ser vividas.
Majestades, la residencia en la Tierra se ha vuelto una tarea ardua y un ejercicio de altísimo riesgo. Amenazada por créditos hipotecarios, expedientes de regulación de empleo, expolio de recursos naturales, postcolonialismo, racismo, machismo, homofobia. Un destino turístico para no volver. Una experiencia como para fijar domicilio fuera de su estratosfera.
En ello empeñaré, por tanto, todo mi ímpetu peticionario. En lograr un espacio habitable para todo outsider, una estación con rampa de evacuación de ese tranvía llamado deseo, una habitación propia para todas las virginias que rompieron su silencio. Y no me digan que les estoy reclamando un ‘no-lugar’, el lugar de la utopía, la vivienda de cimientos imposibles. Debe haber un solar en todo el universo, en toda esa infinitud que observo en lontananza desde mi ventana, donde levantar un galpón que nos proteja de esa intemperie inhóspita de la Tierra, en la que las élites financieras anotan las cosechas que habrán de ser devastadas, de qué sueños nunca podrás despertar, qué tipo de sustancias lisérgicas y programas de reality se encargarán de anestesiar a la España que bosteza.
Una vez levantado este refugio, una vez las insidiosos tentáculos mediáticos de Medusa no puedan difamarnos, banalizarnos, criminalizarnos, invisibilizarnos, hipervisibilizarnos, asesinarnos real o simbólicamente, solo nos bastará vuestra magnánima intervención para que los caballos de la ultraderecha que galopan por toda Europa no vengan nunca a abrevar en nuestra alberca.
En ello pongo todo mi tesón, mi ánimo diario, mi proyecto de vida…
Se despide de ustedes y de la Tierra,
José García