Hay una guerra entre
los que dicen que hay una guerra
y los que dicen que no la hay.-Leonard Cohen-
Coristas vs comparsistas
Una guerra civil se fragua en el seno del Concurso Oficial de Agrupaciones de Carnaval en torno al ultra-cuestionado Patronato, entidad organizadora (y negociadora) del certamen de coplas. Puede parecer una cuestión menor, pero el conflicto tiene una interesante dimensión política que no nos debiera pasar inadvertida.
Tras el cambio de gobierno local y la caída del longevo régimen anterior, que privilegió a la élite corista como “modalidad mimada” y a la que entregó gran parte del poder legislativo, ejecutivo y judicial del COAC durante demasiados años, es ahora un grupo de autores, básicamente de comparsas, el que se alza en armas para asaltar el castillo. El éxito mediático y comercial ha hecho fuertes a numerosos autores que reclaman, sin demasiados remilgos, su legítima parte del pastel. Porque el COAC y su gestión se han convertido, lo sabemos, en un apetitoso pastel. Y es por eso que una guerra civil está en marcha.
El nuevo equipo de gobierno (con un comparsista a la cabeza, no olvidemos) le hace ojitos a la reforma del Patronato o, quizás, a un “proceso constituyente” del que resulte otra forma diferente de gestionar el concurso más acorde a los nuevos tiempos. El poder omnímodo del estamento corista comienza a decaer. La dimisión de Julio Pardo no es casual. El gran asalto parece, pues, inminente, a pesar del blindaje estatutario del que goza el propio Patronato. Queda por ver cuál será el papel de la también cuestionada Asociación de Autores (ahora liderada, casualmente, también por un corista) y, sobre todo, saber si la guerra va a terminar o no en la mera sustitución de una élite (la corista) por otra (la comparsista) o en el nacimiento de algo realmente nuevo.
La histórica ocasión, desde luego, nos quiere parecer propicia para plantear al fin un modelo organizativo necesariamente más democrático, horizontal y realmente autogestionado por todos los participantes y no exclusivamente por los autores más mediáticos o exitosos. El alcalde (que sabemos que está por el cambio, aunque no por qué tipo de cambio) es ahora quien debe velar con firmeza para que todo esto no acabe resultando finalmente una mera sucesión de minorías que toman el poder, sino un verdadero proceso de “democratización” del concurso, donde todos los implicados (generales e infantería, exitosos y modestos, autores e intérpretes) hagan suya la gestión de este gran huracán de pasiones e intereses que es nuestro concurso de coplas.
Mientras tanto, vayamos cada cual tomando posiciones. Winter is coming.