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Antes de que la pandemia nos cogiera la vez, el equipo de ETP estaba
embarcado en un ilusionante proyecto del que estábamos muy orgullosos y
deseando compartir con vosotros. Nos referimos al libro “El dardo en la
viñeta”
de nuestro compañero y viñetista Pedripol. A punto estábamos de
celebrar y compartir el nacimiento de nuestra aventura con vosotros cuando
nos sorprendió el coronavirus y el resto ya lo saben. Es por eso que desde
aquí queremos liberar algunos de los textos y viñetas de este libro para que
podáis disfrutarlos.
Pronto volveremos a la carga y entonces no nos parara nada. Pero de
momento afilemos las palabras, afilemos los pinceles.
Os presentamos “El dardo en la viñeta” pasen, vean y lean.

*****

Derechos humanos 5. teresa rodriguez
Imagen de Pedripol

“Saben ustedes que a un judío le está prohibido tener trato con extranjeros o entrar en su casa, pero a mí me ha enseñado Dios a no llamar profano o impuro a ningún hombre”

(Hechos 10,28)

Dicen las Sagradas Escrituras que un ángel del Señor se le apareció a San José y le dijo “levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar el niño para matarlo” (Mt. 2, 13-15) Emigrar a Egipto en la época era como cruzar el Estrecho, acercarse al corazón del Imperio del que caían las migajas del banquete de los poderosos en forma de cierta actividad económica que permitiera soñar con un porvenir para los hijos y las hijas.  Desde el principio de los tiempos el mismo legítimo sueño. 

Referencias más explícitas encontramos en la Biblia a la defensa de la emigración y el imperativo de proteger al extranjero al punto de afirmar taxativamente que alojar a un extranjero es alojar a Dios. “Y dirá el rey a los que están a su derecha: “vengan ustedes los que han sido bendecidos por mi Padre; reciban el reino que está preparado para ustedes desde que Dios hizo el mundo. Pues tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; anduve como forastero, y me dieron alojamiento. Estuve sin ropa, y ustedes me la dieron. Estuve enfermo y ustedes me visitaron; estuve en la cárcel y vinieron a verme. Entonces los justos preguntarán: Señor ¿cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer?, ¿te vimos como forastero y te dimos alojamiento?, ¿o sin ropa y te la dimos?, o ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te fuimos a ver?. El Rey contestará: Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos mas humildes, por mí mismo lo hicieron.” (Mt. 25, 34-40) Pues bien, renacieron los fariseos y los aliados de Herodes que dejarían asesinar al niño Jesús y ahogarse al mismísimo Dios pero que luego harían pasear cada Jueves Santo sus varas de plata y sus corbatas enormes sobre sus minúsculos corazones.

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