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Cada vez que leo o escucho algún análisis o estudio relativo a la llamada “Generación del 27”, cortocircuito. Creo que no hay un periodo peor tratado y trasladado y con más sesgos que ese en toda nuestra historia. 

Es cierto que, al tratarse de una época cercana, eso nos da posibilidad de un estudio más minucioso de todo lo que se desarrolló durante aquellos años y tenemos más cosas que observar y analizar, lo cual hace que todo lo que tenemos al alcance sea inmenso. También es cierto que el tratamiento que han tenido determinadas figuras pertenecientes a ese periodo ha hecho que todo se centrara en unos pocos personajes. Pero esto no tiene por qué ser una excusa para que la falta de rigor que rodea a esta generación siga siendo la tónica principal al proponerse su estudio.

En primer lugar lo que me parece más sangrante de aquel periodo de tantísima creatividad artística, es el olvido al que han sido sometidas las mujeres que se integran en ese movimiento. Aquí gana el patriarcado desde aquellos mismos años de alrededor de los años 30 del siglo pasado. Ni siquiera los compañeros de la “Residencia de estudiantes” tenían la misma consideración para ellos que para ellas. El ser mujer es una traba. Sus compañeros se ve que tampoco las tenían en tan alta estima. Y entre ellas, había alguna que hasta blasfemaba mejor que Buñuel. No conocemos a estas maravillosas mujeres tan bien como a Lorca o a Alberti. Los conocemos a ellos. Pero no sabemos que una de ellas, mediante su trabajo, fue la inspiradora de las ilustraciones de “El Principito”, de Antoine de Saint-Exuperi, ni que otra era una maravillosa actriz que doblaba espectacularmente a Marlene Dietrichs. Y tampoco sabemos que una de ellas es una de las pintoras más queridas en Mexico o que otra le vendió unos pocos de cuadros a André Breton y que este la admiraba. O puede que ni siquiera nos suene que una fue alumna predilecta de Ortega y Gasset. Quizás no tengamos ni idea de que debemos, en una parte enormísima, el haber mantenido muchísimas de las grandes obras del Museo del Prado a otra de ellas. Hemos asumido que la “Residencia de estudiantes” era el filón y la “Residencia de Señoritas” no fue nada. Se confirma, en la obra de estas mujeres una verdad doliente. Una muerte injusta de hombre, encumbra más que un suicidio o un exilio de mujer. Independientemente del genio que en este caso, es similar.  

Natalia post
Fotografía: El Tercer Puente

Hace muy pocos años que, para combatir este olvido injusto y general, surgió una corriente, que parece que se ha asentado, que las llama “Las Sinsombrero”. Pero me da la impresión de que, según este punto de vista, ellas siguen siendo otra cosa. Siguen estando aisladas del genio de ellos. Una denominación clasificadora y tergiversadora de lo que debería ser el estudio de esta etapa que fue fundamental  para el desarrollo de las artes en nuestro país. Se toma una anécdota en la que participaron ellos y ellas para nombrarlas a ellas. ¿Por qué no consideramos que todos y todas son lo mismo?¿Por qué tenemos que, para elevarlas, seguir aislándolas de ellos? Creo que todo está mal planteado en la forma en la que hemos asumido el traslado de una de las época de mayor esplendor de la intelectualidad española. 

Pero hay más y no sólo está la división entre los hombres y las mujeres. Hablamos de generación del 27 y se nos vienen poetas. Y estudiar aisladamente esa manifestación de aquellos años creo que tampoco vale. Ni siquiera los grandes poetas lo eran exclusivamente. Miren si no los dibujos de Lorca o las pinturas de Alberti. 

No es posible borrar todo lo escrito y hablado sobre aquellos años y aquellos hombres y mujeres excepcionales. Pero creo que, si queremos hacer uso de la verdad y una correcta asimilación y traslado de lo que significó aquello, hemos de revisar todo y tratar de traernos una imagen distinta. Y ya no sólo por hacer justicia con ellos y ellas, sino por poder intentar comprender lo maravilloso de la creatividad que se agrupó en torno a aquel tiempo. Creo que es una auténtica pena y que de esta forma nunca tendremos conciencia de la maravillosa capacidad creadora que tuvo este país en un momento de su historia. Nos estamos perdiendo mucho por clasificar de forma fallida, desde mi punto de vista, aquellos años de genio e ingenio.

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