Fotografía por Jaime Mdc
Después de un año en el que el paraguas ha sido mi fiel compañero (porque en Londres, con to lo que llueve, no hay ni una triste cornisa o cierro bajo el que cobijarse de la lluvia), vuelvo a pasear con tranquilidad –y chanclas– por las calles gaditanas. Y voy con la frase habitual en la boca de todo el que vuelve tras un tiempo: «Uy, esto es nuevo ¿no? ¿ya han cerrado lo que abrieron aquí la última vez que vine?». Yo no sé quién dice que el comercio en Cádiz está muerto, cuando está en un constante cambio y afán por renovarse, ejem…
En este tiempo he echado muchas cosas de menos, como el traqueteo de la moto al cruzar las Puertas de Tierra, llegar a Puntales después de recorrerme Cádiz entero y al bajarme no saber pa dónde tirar -aunque he de reconocer que esto también me pasaba en Inglaterra con bastante frecuencia-, a esa señora que se monta diciendo «¿este para en el piojito, muchacho?», o salir a correr por ese maravilloso Carril Bici Multiusos (que lo mismo sirve para ir en bicicleta, corriendo, en patinete o pa echar una pachanguita con los colegas). Nuestra ex-alcaldesa quiso hacer una plaza de toros multiusos pero al final se quedó con el carril que salía más rentable. He echado mucho de menos también el adobo. Cúchame, Isabé, lo del fish and chips está mu bien, pero dale una vueltecita más porque se puede mejorar.
¡Cómo he echado de menos pararme a saludar catorce veces en el camino de mi casa a San Juan de Dios! Que me pongan aceitunas cuando pido una cerveza, y que esta esté fría y tenga un precio razonable. Es que echaba en falta hasta el ruido del camión de la basura cuando pasa por mi calle o mojarme los pies al volver porque están baldeando. Lo mío es masoquismo puro y duro, I know. Pero yo soy mu de Cádiz, qué le vamos a hacer. Me gusta darme mis ocho vueltas antes de aparcar y que la mejor conclusión irrefutable a una frase sea «eso es así, cabesa». ¡Ay, quién pudiera quedarse en Cádiz a vivir con un trabajo… o una ayudita!
Este año se me ha hecho tan largo que me han parecido por lo menos ocho… con sus correspondientes dos elecciones, aunque hayan sido pa ná. Curiosamente me fui por todo lo alto, atravesando un Segundo Puente recién inaugurado. Ahora vuelvo poniendo los pies en un tercero cada día más firme. Afortunadamente algunas cosas sí que han cambiado. Pero todavía no hay Museo del Carnaval, aunque hay un Kichi Park en su lugar la mar de apañao. El nuevo Hospital tampoco está, el Ave sigue sin llegar, Varcárcel sigue desaprovechado, el Pemán continúa hecho escombros, en los plenos se sigue gritando (aunque la culpa haya cambiado de bando), y menos mal que me vine en avión y no en autobús, porque la Estación sigue manga por hombro. Al final las obras quedan las gentes se van / otros que vienen las continuarán, la vida sigue igual.