Era tan peculiar, tan brillante que a nadie le extrañó que un dia, de repente, le brotaran comillas alrededor de la cabeza. Al fin y al cabo, a beatos y santas terminaba por adornarseles la testa con un aura circular y, dicen, que el mismo dios celestial porta un triágulo equilátero en semejante parte. Tan modesto como original, se sintió agobiado rapidamente por aquella irrupción y optó por el silencio y el aislamiento más absolutos para hacer desaparecer aquellos molestos signos de neón ortográfico. Dicen quienes van a visitarlo a su voluntaria clausura que le están brotando ahora unos paréntesis o, según las voces más versadas, dos corchetes
Texto: Juan Rincón
Rate this post