Ilustración: pedripol
La razón inicial que los responsables de la actual gestora del PSOE adujeron para demorar la convocatoria del Congreso pendiente fue la supuesta necesidad previa de elaborar una serie de “ponencias” (sic) que actualizaran la razón de ser del Partido y definieran sus líneas de acción en el presente adverso por el que atraviesa y en el futuro incierto al que se enfrenta. Ante estas explicaciones de la gestora, uno podría deducir que la situación actual del PSOE se deriva de un supuesto agotamiento de sus referencias teóricas y de la consecuente incapacidad, por tanto, para llevar a cabo prácticas políticas acordes con los nuevos tiempos. Un pequeño detalle que con unas oportunas “ponencias” estaría solucionado.
Flaco favor hacen los responsable de la gestora a un Partido más que centenario como es el PSOE, al que se presenta así como una organización desorganizada e indolente que habría hecho dejación de unas funciones tan esenciales, básicas y necesarias como son las de mantener actualizado su ideario y siempre a punto sus referentes sociales, políticos y económicos para la acción. ¿Había que esperar al descalabro para elaborar a prisa y corriendo “unas ponencias” con supuestos efectos taumatúrgicos capaces de insuflar nueva vida al PSOE? Sinceramente, produce consternación y pena estas explicaciones de la gestora. Entre otras cosas porque constituyen lo que suele llamarse “un insulto a la inteligencia de la gente”. Y además porque son lastimosamente falsas: el PSOE sabía lo que tenía que hacer, y aun así, no lo hizo.
El PSOE no ha estado huérfano de referentes para la acción por una pretendida caducidad de sus presupuestos teóricos: lo que ha faltado ha sido voluntad política de sus responsables para actuar en consecuencia con el fondo de “ponencias”, la mayoría sin desarrollar, que el Partido ha ido atesorando hasta prácticamente ayer mismo. El problema ha sido de tibieza, la práctica de una acción política insuficiente por moderada en exceso, demasiado complaciente con esos poderes que suelen desdeñar las necesidades de la gente menos favorecida.
Por tanto, no es del todo cierto, en mi opinión, que el PSOE necesite ahora elaborar nuevas “ponencias” para su rearme. A no ser que haya en el Partido y sus aledaños quienes estén pensando en un corta y pega de documentos anteriores, o de mera actualización terminológica, para dar la sensación de auténtica voluntad renovadora, porque la demora del Congreso puede que obedezca a motivos tácticos de orden interno. De cualquier forma, si se insiste en tirar del fondo de armario para reelaborar lo que a mi entender está ya elaborado, sugiero cortar y pegar tal cual el siguiente párrafo como punto de arranque, ya que diagnostica perfectamente una realidad muy actual:
“La globalización le ha permitido al capitalismo volver al esquema del capitalismo presocial. Ya el capitalismo hoy no necesita del pacto social, que se llama Estado del Bienestar. ¿Por qué? Porque no les asusta el adversario. Porque la extensión de las ideas del comunismo —del comunismo soviético— ya no les amenaza, porque la puesta en cuestión de la propiedad de los medios de producción ya ha desaparecido, porque los partidos socialistas han acompasado sus prácticas políticas, e incluso sus discursos —lo cual es más grave—, a una búsqueda ambigua del centro político, que yo creo que no existe, que les mantiene a estos partidos en una permanente crisis de identidad”.
¿Han sido recientemente escritas estas líneas por algún anti-sistema quizás? En absoluto: forman parte de un extenso documento (más de 600 apretadas páginas) auspiciado por el PSOE, de autoría colectiva y publicado en 2003. Su autor, un destacado militante del PSOE: Alfonso Guerra.
Este jugoso y amplio documento, al que el PSOE no parece haber prestado atención alguna, tiene un título significativo que pone de relieve el profundo aliento y el variado espectro intelectual que lo inspiraba: “Alternativas para el siglo XXI”. No creo que las posibles ponencias que la actual gestora dice necesitar el PSOE para reanudar su marcha puedan añadir algo significativo y determinante a lo recogido en este documento. En él está todo lo que el PSOE tenía que saber, y que por tanto sabía; el problema es que no hizo lo que sabía que tenía que hacer. De ahí que, en mi opinión, el PSOE necesita antes determinación y voluntad para poner en práctica sus “ponencias”, y no elaborar nuevos textos para luego dejarlos caer en el olvido y la indiferencia.
El PSOE sabía —sabe— cuáles son los retos del nuevo siglo. Y en consecuencia sabía —sabe— cuáles son los retos de la izquierda hoy.
De sobra sabía —y sabe— el PSOE sin necesidad de nuevas “ponencias”, hacia dónde y cómo dirigir su lucha: las desigualdades y la exclusión social, la pobreza, la división social, la inmigración, el deterioro medioambiental, la excesiva desregulación…
Sabía, no cabe duda —y sabe el PSOE— qué había que hacer, qué postura tomar, frente a la concentración del poder y de la riqueza. Sabía y sabe cuáles son los perfiles del nuevo poder monetario y financiero, así como los pormenores del predominio abusivo del mercado.
El PSOE sabía —y sabe— cómo había que hacer frente a los efectos de la crisis del trabajo y el empleo. Conocía de sobra los retos y las carencias del sindicalismo, al que había que haber apoyado con determinación socialista.
Sabía y sabe el PSOE cómo trabajar desde la política para armonizar crecimiento económico y bienestar social; cómo revisar, poner en evidencia, denunciar e intentar revertir las teorías y los falsos discursos sobre el crecimiento y la redistribución…
El PSOE conocía y conoce la necesidad de perfeccionar la democracia, y conocía y conoce las claves para hacer efectivo dicho perfeccionamiento, sin el cual la democracia, como ha sucedido de hecho, se debilita y muere.
Conocía y conoce el PSOE los déficit democráticos de origen que amenazan con convertir el ideal europeo en un ideal fallido, las relaciones complejas que rodean a Europa en relación a las tecnologías, la delincuencia financiera, la corrupción amparada bajo el manto de la tecnocracia suplantadora de la política, los efectos de decisiones tomadas al margen de procesos democráticos…
Todo esto lo conocía y conoce el PSOE, pero prefirió, como hace ya más de una década expresaba el propio Alfonso Guerra, entregarse a esa “búsqueda ambigua del centro político [inexistente] que mantiene a estos partidos [socialistas] en una permanente crisis de identidad”.
No sé en qué estado de elaboración están a día de hoy las “ponencias” en las que la gestora parece tiene depositadas las expectativas de regeneración del PSOE. Ojalá estuviesen redactando ya ese capítulo nunca escrito que podría llevar como encabezamiento este literario título: A la búsqueda del tiempo perdido…