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Fotografía: Jesús Massó

Estamos asistiendo a un auge de los procesos participativos en nuestra ciudad gaditana. Estamos obligados a celebrarlo, sobre todo después de haber padecido dos décadas de gobierno municipal que practicaba un despotismo no ilustrado.
Sin embargo, me gustaría señalar algunos defectos y errores en los que se puede caer o directamente se cae. Y todo con el propósito de enmienda, que permita la continuidad de un gobierno local de izquierdas para el próximo mandato. Lo resumiré en nueve defectos.

Paternalismo/Dirigismo. Algunas administraciones consideran la participación de los ciudadanos en asuntos públicos como una gracia otorgada y no como un derecho. Por eso, entienden la gobernanza como un trámite que están obligados a cumplir, tutelando el proceso participativo hacia metas ya prefijadas.

Mentalidad refrendatarIa. Derivación de lo anterior: como las conclusiones ya está determinadas, se trata de que la gente manifieste su aprobación a lo que la dirigencia ya ha decidido.

Exclusividad. Entendiendo la minoría de edad de la población, son los técnicos y la clase política los únicos que poseen las herramientas adecuadas para tomar decisiones. La complejidad de la cosa pública imposiblita, según estas mentes preclaras, al común de los mortales para dilucidar la bondad o maldad de las políticas.

Suplantación por parte de los técnicos. Como una buena parte de los dirigentes políticos son iletrados, se produce la sustitución encubierta de la dirección política por técnicos bien  instalados, que ven con recelo la «intromisión» de la ciudadanía.

Carencia de ideas. Que » decida la gente» es una forma holgazana de encubrir la falta de modelo, propuestas o iniciativas. Fue el caso del referendo sobre la continuidad de las barbacoas en la playa del trofeo Carranza, cuando su erradicación era una obligación.

Manipulación. Fue el caso de la «consulta» a los gaditanos sobre el Plan de ordenación urbana del gobierno local del PP.  Cuando todas las decisiones importantes estaban ya adoptadas, preguntar a la ciudadanía qué tipo de ciudad querrían, no dejaba de ser un ejercicio hipócrita de democracia tramposa.

Tardanza. El don de la oportunidad también es algo exigible a los políticos. Sin duda, ha sido muy exitoso el proceso de intervención ciudadana para intentar pergeñar un buen proyecto para la Edusi de la barriada de La Paz y otros barrios marginados de Cádiz. Pero esta iniciativa llegó tarde, cuando se dejó pasar año y medio sin consulta ni debate alguno.

Simulación. El simulacro consiste en escenificar con todo el boato requerido un proceso trucado de intervención ciudadana sobre decisiones ya adoptadas con la connivencia. de intereses empresariales o económicos.

Exclusión. Las asociaciones y movimientos ciudadanos han crecido durante los últimos años en Cádiz. Por eso, resulta incomprensible la obcecación de las federaciones de vecinos en intentar vehicular todo el proceso participativo a través de ellas, marginado o ignorando el relevante papel de muchas organizaciones sociales.

En definitiva, si logramos evitar esas adulteraciones de la genuina participación, tenemos un horizonte despejado para el empoderamiento de la gente. Es como se está intentando hacer con  los debates sobre la pobreza energética y el bono social, o el papel de Aguas de Cádiz como garante de los derechos ciudadanos al agua, o el debate sobre la integración puerto. – ciudad, o por último el hasta ahora frustrado proyecto de carriles bici urbanos.

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