Puede que, al igual que yo, lo hayan escuchado muchas veces en los bares, en esas cenas interminables de navidad que se avecinan o en alguna que otra sobremesa: “los políticos lo que tienen que hacer es ponerse de acuerdo”. Puede que sea una frase a la que no hayan dado mayor importancia o puede que, como a mí, esta frase les haya removido las entretelas.
Era otra época, es verdad. El peso del bipartidismo lo asfixiaba todo y a ellos se referían: dos partidos con orígenes, historia y base social radicalmente distintos; pero que, por desgracia, desde hace mucho coinciden en lo “fundamental”, mantener y beneficiar a las élites.
El problema no es la falta de consenso. El verdadero problema reside en saber para qué cosas se necesita consenso. En este país, PSOE y PP se han puesto de acuerdo para privatizar y malvender los servicios públicos, para poner en marcha reformas laborales que precarizan y debilitan el poder de negociación de la gente trabajadora, para engordar la burbuja inmobiliaria, para repartirse las puertas giratorias y, cómo no, para hacer una reforma exprés de la también sacrosanta Constitución en una tarde de verano, a traición pero con mucho consenso; una reforma que tiene hipotecadas nuestras vidas al convertir la deuda en la única prioridad. Por doloroso que resulte para todos los militantes socialistas que lucharon contra el fascismo o que dieron con sus huesos en las cárceles franquistas o que aún creen en el PSOE, la triste realidad es que al PSOE no le tiembla la mano cuando tiene que arrimarse al querer del PP.
Lo seguimos viendo a diario. Lo hemos visto en la aplicación del artículo 155. Lo hemos visto cuando PSOE y PP se unen en el Congreso para bloquear una propuesta de Unidos Podemos para que la Sareb, o banco malo, con un 45% de capital público producto del rescate bancario, tuviese que ceder parte de su parque de viviendas para alquiler social. Y no es una cuestión de caras ya que el resultado de la ecuación es el mismo con unas familias al mando o con otras, con el liderazgo de Pedro Sánchez o el de Susana Díaz.
De la misma manera, a escala municipal, da igual que esté al frente Fran González o Fran González 2.0. El PP de Teófila y el PSOE de Fran González están de acuerdo en lo esencial: poner palos en la rueda. Por eso, en Cádiz tienen todo el consenso del mundo para llevar a cabo su moción de censura por fascículos y de tapadillo. Entiéndanme, que las formas siempre hay que cuidarlas y hacerlo a las claras está feo.
El PSOE local está entregando espacios de poder a la derecha de la ciudad. Así de duro. El primer asalto fue en Onda Cádiz. ¿Será que a la oposición le molestaba que la radiotelevisión pública fuera hoy más plural y democrática (Consejo Audiovisual de Andalucía dixit)? ¿o acaso lo que les incomodaba era la auditoría inminente sobre Cádiz Conecta?
No han parado ahí: han entregado la Fundación de la Mujer a quien no cree en el feminismo. El PSOE ha puesto al frente de la Fundación a una representante de Ciudadanos, partido que niega la violencia de género y que compra la teoría machista de “la asimetría penal por cuestiones de sexo”. A estas alturas algunos aún cuestionan que la violencia machista tiene lógicas específicas y se apoya en unas estructuras políticas, culturales, económicas, etc. y que, por tanto, requiere de medidas específicas y diferenciadas y otros vienen a darle alas. Eso sí, en el pleno, que por fin es televisado, el PSOE procura suavizar sus formas, intenta reforzar su perfil identitario de izquierdas apoyando medidas como el cambio de nombre de la nueva Avenida del 4 de Diciembre de 1977 en cumplimiento con la Ley de Memoria Histórica o dice que va a votar a favor de los presupuestos o del nuevo modelo de tarificación. Podrá ser muchas cosas, pero cuando se le pone luz encima, el PSOE sabe perfectamente que no puede permitirse el lujo de aparecer aliado con la derecha en la ciudad.
Por eso, frente al consenso de los de arriba, es más necesario que nunca construir el consenso de la gente de abajo: aumentar la presión social, fomentar el debate ciudadano, propiciar que nuestros vecinos y vecinas estén al tanto de todo lo que ocurre en el Ayuntamiento de Cádiz. Ese consenso es la única herramienta para que de verdad Cádiz sea una ciudad para su gente.