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Seguimos en casa y esto va para largo. Lo sabíamos, cierto, pero los días van pasando y los ánimos son cambiantes. Cada día es igual. Cada día es distinto. Cada momento lo es. Vivimos dentro de un carrusel emocional con vaivenes constantes. Las informaciones que llegan son dramáticas, con un volumen de personas fallecidas y contagios que poco a poco vamos normalizando, al fin y al cabo debemos seguir con nuestra vida. Nuestro recuerdo y respeto más solemne a todas ellas. Detrás de todas esas cifras macro se encuentran las pequeñas intrahistorias de familiares y amigos que han tenido que afrontar momentos difíciles al verse obligados a despedir a un ser querido dentro de la frialdad de un protocolo que nos protege sanitariamente, pero que afecta a lo más profundo de lo que define nuestra propia humanidad. En esta distancia, estamos más cerca de ellos que nunca. Momentos de tristeza.

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Fotografía: Fran Delgado

Y mientras ocurre todo esto, las aves de rapiña, carroñeros y degustadores de casqueria sarnosa, quieren aprovechar la situación para obtener el poder a cualquier precio, al fin y al cabo, piensan que les pertenece per se y cuando no es así es lo entiende como circunstancial o un mero accidente del destino que ya se encargan ellos de corregir. Y en eso están. Aunque para ello haya que utilizar a los muertos, difundir bulos, crear un ambiente absolutamente tóxico y provocar un clima de crispación que haga irrespirable la convivencia. Intentar hacernos ver que una mentira es una opinión y por tanto respetable. Y no es así. Es la miseria como instrumento en la lucha política partidista. Estrategia despreciable de canallas en un momento como el actual. El eterno dilema de la tolerancia o no de la intolerancia, una de las vulnerabilidades del sistema democrático y una de sus grandezas. Momentos de enfado.Y rabia.

Pero también estamos viviendo momentos hermosos que nos reconcilian como sociedad. Observamos como aparecen iniciativas ciudadanas que están articulando un sin fin de proyectos que ponen el acento en las necesidades de aquellos que más lo necesitan, se articulan redes espontáneas de apoyo, de información, de ayuda a los colectivos más vulnerables. La sociedad civil protagonista de un momento en el que se pondrán los cimientos de un futuro por construir y que deberá girar por un modelo distinto al que nos ha traído hasta aquí. En algo que forma parte sustancial del problema no podremos encontrar la solución. No nos queda otra opción que apostar por un modelo social que ponga a las personas en su centro, que se dirija al bien común, poniendo el énfasis en lo colectivo, la solidaridad y la justicia social. Es nuestra oportunidad y hay ilusión. Momentos de esperanza.

Y aquí estamos una vez más en ETP. Tratando de aportar nuestro humilde granito de arena, promoviendo la reflexión, el debate y la concordia. Pero también el entretenimiento. Os traemos un nuevo número que nos ayude a pasar por esta situación de la mejor manera posible. Con cantidad de textos entretenidos, polémicos, provocadores y divertidos, que hemos podido recopilar gracias al trabajo de nuestros increíbles colaboradores. No hay más. Sólo pensar que, una vez termine esta horrible pesadilla, podamos mirarnos a los ojos, reconocernos en el otro y reconciliarnos como ciudadanos para que lo que acontezca sea algo de los que nos podamos sentir orgullos como sociedad.

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1 thoughts on “Seguimos en casa…

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