David Eloy Rodríguez conversa con el cantautor sevillano Daniel Mata en el Callejón del Gato.
¿Cuántos años en la música, con la música? ¿Cuándo apareció tu primer disco?
Como todos fui primero oyente que músico. Las canciones eran una cosa mágica, captaban mi atención. Palabras que decían más vestidas con música. Emociones, pensamientos, historias e ideas que llegaban desde la radio a mí.
Cuando tenía 14 años mi hermana se compró una guitarra y empezó a recibir clases básicas. Yo cantaba con ella mientras ensayaba y cuando ella no estaba cogía su instrumento y sus apuntes y empecé a estudiar por mi cuenta. Recuerdo que aprendí unos cuantos acordes y canciones y empecé a componer mis primeros temas. Luego en el instituto conocí a otros con los que tocar y vino la primera banda. Por aquel entonces no pensaba que esto se podría convertir en mi oficio. Durante mis años de estudiante universitario la música era una de mis fuentes de ingreso, y cuando terminé la carrera se convirtió en mi trabajo hasta la fecha.
Fue en el 2001 cuando surgió llamarle a este proyecto de temas propios “Daniel Mata en el Callejón del Gato” y grabamos el primer cd en 2002. Se trataba más de una maqueta que de un disco, por la falta de medios y experiencia, pero por algo hay que empezar y eso dio lugar a los sucesivos trabajos.
Y aquí seguimos… Llevas unos meses sin parar de tocar además, aquí o allá… ¿Qué enseña la carretera?
Aparte de geografía, ya que he tenido oportunidad de conocer muchos pueblitos y ciudades con sus gentes y sus modos, la carretera en este oficio te enseña eso del viaje a Ítaca, lo de aquel poema de Cavafis. No se trata de llegar a ninguna meta u objetivo. Como mucho hay hitos o etapas, como pueden ser cada concierto, cada canción nueva o los discos. Pero, aunque suene a tópico, si no disfrutas del camino esto sería aburridísimo. Ser músico es estar en continuo viaje, tanto físico como mental o creativo.
Viajar es ya parte de mi vida y eso me ha regalado también buenas amistades repartidas por el mapa.
Tienes una relación longeva con tu banda… Se trata casi de una familia, ¿no?
Enrique Mengual lleva conmigo desde el principio en esta aventura en 2001, aunque ya habíamos tocado antes en otros proyectos. Luis Carlos Curiel entró en 2007 y Ale Rodríguez siempre estuvo echando una mano y colaboraba desde los primeros discos, hasta que en el 2009 ya era miembro habitual. Rafa Arregui llegó en 2009. Con ellos comparto, como bien dices, un vínculo que va más allá de lo profesional y artístico. Después de todo lo compartido y vivido podemos decir que, además de una larga amistad, somos prácticamente familia, como dices. Esta es en la actualidad la formación, pero han pasado por ella un montón de personas que han hecho posible que esto creciera.
Tu disco “Tiempo estimado”, de 2012, es un directo muy completo, con vídeo incluido, que resume muy bien tu trayectoria en ese momento. ¿Ese disco fue quizás un punto de inflexión?
En ese momento se dieron varias circunstancias que nos empujaban a hacerlo. En primer lugar el proyecto ya había cumplido más de 10 años y queríamos celebrarlo. Además se había constituido una banda que nos gustaba cómo sonaba en directo. En el estudio es imposible captar toda la magia que tiene la música en vivo, grabar un directo se acerca un poco más. Esto, además, brindaba la oportunidad de hacer justicia a algunos temas antiguos grabados de forma muy amateur en los primeros discos.
¿Qué aporta tu último trabajo?
Lo titulé Todo es posible porque pretende hablar de posibilidades y diversidades. Las canciones intentan cuestionar algunos tópicos mirando los temas desde puntos de vista diferentes. No sólo porque las cosas podrían ser distintas, si no porque ya probablemente lo son a como nos las suelen contar. De momento creo que es el disco más optimista de mi trayectoria. Ha sido también una oportunidad de seguir explorando en formas de sonar, soñar, cantar, contar, tocar y atacar.
Cada grabación ha sido un aprendizaje, en este último siento que hemos conseguido dar un paso adelante a lo que queríamos hacer en un disco. Hemos contado con la producción y mezcla de Joan Berenguer, grabado en los Estudios Cantalobos y masterizado por Jordi Solé en Music Lan. Este ha sido sin dudas nuestro trabajo más cuidado en cuanto técnica y producción y eso le ha dado un sonido diferente. Además
habían pasado cuatro años desde el último y eso ha permitido tener tiempo para componer y elegir cuidadosamente qué se quiere cantar.
Te caracteriza tu preocupación por las letras, el cuidado por lo que dices y cantas… Tanto cuando trabajas con textos propios como ajenos.
Me halaga que lo veas así. Teniendo en cuenta que grabar un disco supone mucho esfuerzo y que me gano la vida cantando de un sitio para otro y hay que repetir mucho un repertorio, prefiero estar convencido que lo que digo tiene algún valor o interés. Una buena canción te puede durar toda la vida, así que ese esfuerzo es una buena inversión.
Creo que si alguien te presta su atención lo menos que uno puede hacer es tratar de esforzarse por decir de la mejor manera. Desde jovencito me gustó escuchar aquellas canciones que no caían en los lugares comunes. Aquellas que eran capaces de contar con ingenio, verdad y viveza. Yo trato de hacer lo mismo con las mías.
No en vano has llevado a la canción mucha poesía… En tu disco “Poesía cantada”, por ejemplo, dedicado a cantar a poetas.
En el caso de los poemas que musicalizo parto de textos que me hubiese gustado haber escrito yo o que me parecen interesantes para convertir en canción. Con quince años me llegó una cinta de Paco Ibáñez y me fascinó. Me convertí en asiduo lector de poesía y empecé muy pronto a ponerles música. En mi caso juego con que la música le dé una vida diferente al texto. En ese sentido es divertido hacer que Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti o Gloria Fuertes se puedan bailar.
Esta labor me ha reportado grandes satisfacciones como cantar a escolares, en ferias del libro, universidades, festivales…
¿Cómo vives tu experiencia con el espectáculo Su Mal Espanta, como parte de la Compañía de Poesía La Palabra Itinerante? ¿Qué ha supuesto, qué supone, para ti esta travesía?
Esta es una aventura muy especial con la que estoy encantado. Me gusta porque es un espectáculo multidisciplinar que mezcla muy bien poesía, música y pintura en vivo. Me parece muy rico en contenido, porque aborda diferentes cuestiones hondas con honestidad y valentía, cosa rara en estos tiempos de tanto ruido y entretenimiento vacío. Una propuesta diferente, emocionante, que nos ha llevado a países como Rusia o Marruecos y por infinidad de lugares del estado español.
Nos une al equipo, además de la admiración artística, una profunda amistad. Me encanta que cada viaje se convierte en un no parar de reír, pensar y crear juntos.
También en tu trabajo es esencial el humor…
Para mí el humor es esencial en general, supongo que es una actitud ante la vida. El humor nos acerca y sirve para ir más allá de lo superficial. A través del humor conocemos mejor a los demás y también es una forma magnífica de comunicarnos. Si pienso en algo con detenimiento siempre aparece algo que me resulta gracioso; esa visión que da el humor ayuda a entender o contar mejor lo que se quiere decir.
Ahora que se habla tanto de los límites del humor, creo que los límites los tiene cada cual en función de lo que le parezca divertido o no. A mí me sigue siendo apetecible aquello que arranque una sonrisa, sea desde la ironía, la parodia, el chiste o cualquier otra vertiente de lo que llamamos humor. Además reír es bueno para la salud, en mi caso por ejemplo forma parte de lo que me da de comer.
¿Cómo nace una canción? ¿Cuál es tu proceso desde la sensación hasta su concreción?
Lo normal es que el parto sea asistido y con complicaciones, por no hablar del alto índice de abortos naturales.
No tengo una metodología definida. Por lo general lo primero que surge es una idea, una historia, una sensación o alguna cuestión sobre la que uno quiere hablar o que piensa que puede ser “cancionable”. Lo que persigo es hacer la canción que aún no se ha hecho. Si bien los temas al final siempre son los mismos a lo largo de la historia, yo siento que tengo una canción en la que trabajar si encuentro una perspectiva que me parezca original desde donde partir.
Muchas veces me preguntan aquello de qué es lo que hago primero, si la música o la letra. Esto depende en cada caso. A veces te viene una melodía a la cabeza o jugando con la guitarra te sale algo que te gusta y empiezas a tirar del hilo sobre qué podría contar esa música. Otras veces empiezo a escribir sobre aquello que quiero contar y luego, como si se tratase de una banda sonora de una película, pienso qué música le vendría bien a esa historia.
Suele ser un proceso de exploración, búsqueda, probar, desechar… hasta que uno tiene la sensación de que está terminada.
Tu formación universitaria es en Pedagogía…
¡Locuras de juventud! Cuando terminé el instituto no pensaba para nada que fuera a dedicarme a la música profesionalmente. Me interesaba el estudio y decidí entrar en la universidad. Me parecía que la educación era algo interesante y muy necesario.
Cuando terminé la carrera ya me ganaba, más o menos, la vida como cantante, así que nunca ejercí como pedagogo. En mis años de facultad aprendí cosas y conocí personas y proyectos interesantes. Un guiño a esa formación ha sido titular “Pedagogía” una canción del último disco. Lo que me queda de pedagogo es una fe en la capacidad del ser humano de no dejar de aprender.
Hay una parte en tu repertorio muy reivindicativo, atento al conflicto social, y has actuado en muchas citas políticas resistentes.
Todo acto comunicativo es político. El qué se nombra y desde qué perspectiva ya es una construcción cultural con implicaciones sociales. Yo mamé de esa escuela de cantautores con canciones que hablaban de temas políticos. Creo que la canción y el cómo se está en el escenario es una herramienta más de propiciar debate, de visibilizar conflictos, denunciar injusticias o generar cuestionamiento sobre reglas y poderes.
En realidad, cuando me llaman para cantar en algún evento de marcado carácter político me parece más interesante cantar canciones de amor o divertidas ¿Para qué insistir a los que asisten, quienes ya están convencidos o piensan como uno? El repertorio político lo prefiero para auditorios heterogéneos y que sirva para mostrar distintos puntos de vista.
Has tenido un contacto muy especial con el Carnaval de Cádiz este año…
Unos meses antes del carnaval estuve cantando en Cádiz. Mi querido y admirado Miguel Ángel García Argüez , Chapa, asistió al concierto y me dijo que le había gustado mucho una de las canciones nuevas: “Pedagogía”. Me dijo que estaba terminando de cerrar el popurrí del coro para el que escribía y componía este año y que si le daba permiso para usar la melodía. Para mí fue un regalazo. Soy muy admirador de esa fiesta grande y mágica que es el Carnaval de Cádiz y de un gran poeta, escritor, músico y carnavalero como Argüez. Que algo de mi música sonara en el Falla y en las calles me hacía muchísima ilusión y me parece un gran honor.
Tuve ocasión de pasar unos días en Cádiz durante el carnaval y oírlos en directo. La gente del coro Gran Reserva ha sido cariñosísima conmigo y yo les estoy inmensamente agradecido.
Cuéntanos de algún concierto que, por lo que sea, haya sido especialmente emocionante, o inolvidable, para ti.
Intento poner emoción cada vez que salgo a un escenario y me es muy difícil citar alguna actuación concreta. De un tiempo a esta parte tengo muy presente eso de que hay que salir como si fuera la última vez, tanto para mí como para los que asisten. Nunca sabemos cuál puede ser el último concierto, así que mejor tratar de hacerlo bien y disfrutarlo. Es cierto que las actuaciones, como la vida en general, a veces nos pillan con una intensidad diferente. No sé cuántos conciertos habré hecho en mi vida pero seguro que el número tiene más de cuatro cifras y me alegra que siga siendo especial y estimulante. Me siento muy afortunado por todas las personas con las que he compartido la experiencia artística. Tanto con los compañeros y las compañeras de quienes tanto he aprendido, como con quienes han asistido a cada cita. Para mí eso es lo inolvidable.