Que dice Rafael Hernando, ese del PP, que lo de escribir en la redes con seudónimo está muy feo y que esto se va a acabar. Pues bueno, pues vale, pues me alegro, pero el tal Hernando debería venir a Cádiz a fijarse un poquito.
Aquí, si alguien escribe en la prensa un artículo sobre, qué se yo, acerca de que es mejor leer que robar, o por qué no se pueden pagar las pensiones si no se financian por sí mismas, pero sí los gastos de Defensa o de la Corona, inmediatamente cae sobre él una especie de Frente Patriótico Digital para ponerlo a caer de un burro. Y los comentarios ofensivos no se refieren, como parecería razonable, al contenido del artículo, sino a la vida privada del articulista, a remotas historias familiares, a su forma de vestir e incluso a sus defectos físicos.
La bestia ha quedado suelta…
Verás, las redes son estupendas, te relacionas de forma rápida, conoces gente, recuperas amistades perdidas en el tiempo, pones fotos de tu perro o lo que has comido hoy. Son un reflejo de la condición humana. Y ahí está el problema: cuando las redes sueltan a la bestia. La bestia también se cobija ahí y hay sujetos que la azuzan, tal vez con el fin de hacer su contenido mas ‘atractivo’. Y es triste que exista gente -mucha- que disfruta con el gusaneo de la intriga interesada en desacreditar al desafecto.
Siempre al borde del desprecio, chapoteando en el cieno de la murmuración y la calumnia, la bestia hace que se vea normal confundir la difamación con la información. Todo ello, por supuesto, emboscada en la espesura del anonimato. Bajo nicks como ‘argentinita’ tal vez se esconda un picajoso concejal; ‘jubilado’ quizá sea un recto profesor de Caprimática; el vómito negro de ‘carlosdecadiz’ lo mismo no procede ni de Cádiz; sabe Dios qué pasa por la cabeza de ‘gaditanísimo’ para ponerse ese nick tan casticista; de ‘amapola’ es difícil alabar su buen gusto; mientras otros van a lo fácil, ‘rafa’ o ‘ignacio’, para preservar su anonimato.
Quiero pensar que son tipos educados y amables en su vida real, que cultivan una personalidad distinta en internet. Jekyll y Hide. O pueden ser personas que distraen su frustración e incapacidad tirando piedras a frutal ajeno, metiéndose en la vida de los demás, pudiendo quedarse en la suya. Y es que la bestia también hace creer que la vida de los demás es más interesante que la tuya propia.
En una ciudad pequeña y provinciana donde todos creen saber de todos, es fácil percibir la pestilencia de la bestia, procurando dañar el buen nombre, la dignidad y la reputación del prójimo en ciertos espacios “de interés social”, que son en realidad una reunión de cuñados chismosos que sueltan a la bestia cada mañana.
Creo que lo mejor es volver la espalda y tomárselo como lo que es: crujidos de un mueble apolillado.