Fotografía: Jesús Massó
Cuando me gritas, te chillo. Cuando me detestas, te niego. Cuando me ignoras, te maldigo. Tus desaires, provocan mi desprecio. Cuando me ridiculizas, te satanizo. Cuando me insultas, te aborrezco. Cuando me rechazas, te prefiero muerta.
Maldita espiral laberíntica que me ahoga, me atormenta y me arrastra a la tenebrosa soledad de estar angustiosamente acompañado. Perversa ley del Talión que consigue ojo por odio y diente por muerte. Huye de mi siniestra calamidad. Desdicha de los torpes enamorados.
Porque deseo vivir contigo y porque anhelo la felicidad junto a tu lado, cuando me desdeñes, te valorare. Cuando me aflijas, te sonreiré. Cuando me desestimes, te aceptaré. Cuando me evites, dulcemente te miraré. Cuando me repudies, te abrazaré, y si me rechazas, será mi corazón quien te acaricie. Y así hasta que mi alma seduzca a la tuya, porque el amor siempre termina venciendo.