LAS PIERNAS
Estaba Dios
la otra tarde
viendo cómo
nos matábamos
por un aplauso más.
Escuchando cómo
ardía la selva.
Viendo impotente
que orinábamos
en nuestro propio salón.
Que nos habíamos quedado
ciegos,
sordos
y sin corazón.
Y,
de un tajo,
nos cortó las piernas.
***
SIERRA
Por aquí
huele a sierra.
¿No recordabais que Madrid
es matojo y granito
encina y conejo
arroyo límpido
y resplandor?
Ropa limpia.
Cuatro productos
menos
al día
en el supermercado.
La incertidumbre
que siempre hubo
el trampantojo
que se derrumbó.
Por aquí
huele a sierra.
***