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El tercer puente reducida 02

El fin del mundo ya no es lo que era. Este año cayó en jueves, por la tarde, y se llevó por delante un futuro de esplendor. Los usuarios del mundo del mañana echaron el resto, hicieron muchas fotos, comieron, vivieron, firmaron otra exhibición necesaria de orgullo local. Pasando de mitos, pasando de ritos, pasándolo bien. Sin contemplaciones. Suele ocurrir. Cádiz, oh, Cádiz, dedica sus días señaladitos a llevar la contraria al mundo, y ahora con más veras, justo cuando nadie se pavonea de proyectos sólidos, por falta de liquidez, y todos se maltratan a gusto con preguntas absurdas y realidades tramposas. Frente a la ambigüedad de quienes no se atreven ni a conjugar el dichoso aventurar, que es como existir pero con emoción verdadera, a Cádiz, habituada a la incertidumbre de tres mil ejercicios de interinidad, le da por retarle a un rentoy al establecido sistema de amargatis con tomati, muera la austeridad, a cara de perro.

En los albores de este siglo, y de los contratos basura, me parece recordar que el legendario Masa, el flamenco Scapachini y otros héroes de la audaz ironía montaron un romancero, «Los hijos de la Gran Regata», para sacar unos emolumentos en la segunda parada de veleros. Solo había que verlos, a las nueve de la mañana, con esas hechuras, zampándonse un bocata de filete empanao en el antes bar y ahora gastrobar Lucero del Muelle, enfundados en sus impolutos uniformes de marineritos y, en el caso del gran Masa, de tremenda novia del mar, para comprobar que la recaudación no había ido del todo mal. El legendario cuartetero de la calle La Palma, que era un atractivo turístico en sí mismo, pasó sus últimos años entre el mesón Trinidad y Ca Felipe, donde La Viña rompió el hielo y destrozó en añicos la teoría del aerolito gaditano. ¿Recuerdan? El aerolito que resultó ser el resultado de la limpieza apresurada de una nevera repleta de gélidos recuerdos con escamas de pescado y tortillitas de camarones. Los investigadores del CIS analizaron una muestra de la novelería gaditana y se pegaron un tiro de agua.

El festival de Cádiz no tiene fin. Un festival de rock and roles, un pasote de barcos en fila india, un certamen de cortos en cinemascope, una feria de manga, un vámonos que nos vamos de arte contemporáneo y un montón de dimes y diretes. El derrotismo gaditano está sobrevalorado. El periodismo cínico, patrocinado por ibertrola y mientoscopia, también. Ángel León despachó con alegría su solidario arroz con plancton. Mágico dio el plantón. Ya sabe Adidas quién es Mágico González. Por su parte, Rajoy hizo el otro día un «Mágico González», un sí pero no, voy pero no voy. Mariano dice que habrá Gobierno cuando venga Mágico. Mágico vendrá cuando haya Gobierno. Riverita se ofrece para traer a Mágico a bordo del Juan Sebastián El Chano. Ah, no, que está en reparación. El azar y vicerveza.

Ya está aquí el Tricuentenario de la Casa de Contratación. Me da que esta vez no regatearán en gastos, abrirán lindas comisiones de fastos, librarán grandes presupuestos para los mismos de siempre. Qué sarcasmo, una casa de contratación en Cádiz. La reconversión industrial, tal vez.

De la misma manera que hay que distinguir entre la justicia y la revancha, la crítica y el ataque, el ángel y la gracia, y demás, habría que fomentar desde ya la enemistad entre el cachondeo y el cachondeíto. Una cosa es pasarlo bien, a las pruebas nos abrazamos, y otra muy remota, rendirse. No sé muy bien si nos hemos rendido o no, tampoco tengo tanta confianza con Cádiz, pero lo dejo caer. De peores hemos salido, o no. No te rindas.

Al otro lado del camino, aplican con entusiasmo el doble rasero la mar de aparente. Todo muy infantil. Emergencia moral. Hablan de semanas decisivas, disimulan el desenlace de los guiones escritos, retransmiten los eventos políticos al más puro estilo deportivo. Lo dicho: han futbolizado la política. «Conectamos con la sede del partido tal, minuto y resultado». La pantalla da miedo. Vuelan discos duros. Desarticulan una banda política.Tiroteos en la calle, bombardeos hipócritas, atentados garrapateros, la derrota de la inteligencia en directo, cambias de canal y ya estamos otra vez con el sí, el no y la abstención en el punto de mira. La duda es bella. Mariano está que se sale, ¡tres erecciones en un año!

Todo parece indicar que nos están cebando para recortarnos por lo sano cuando lo diga la santa ideología de la propaganda y el saqueo. Bloqueados estamos todos. En la vida real, y tal, practicamos el insano deporte del amiguismo, el enchufismo y el desgaste incesante del presunto adversario, el correteo y derribo del diferente. Así que conviene dejarse llevar, darle una manita de pintura al techo de gasto y buscarle las cosquillas a estos actores de pelis malas que se muestran tan lentos para hacerlo bien y tan raudos a la hora de jorobarlo todo, los mismos de siempre que piden ayuda, o así, a quienes repudiaron y que hoy consideran urgente lo que ayer no quisieron ver. Qué bucle, ío. Como suspiraba el impar Silvio, rockero sevillano universal, «aquí todo el mundo va a lo suyo menos yo, que voy a lo mío».

Mientras tanto, el silencio se abre un hueco en el panorama musical español, hay gente que se niega a ser referente repelente niño Vicente de nada, salen a la luz interesadas listas de los profetas más vendidos, los becarios del mundo insisten en comenzar la tarea con un pistoletazo de salida, los tópicos llegan a casa un poco mareados y la señora con cara de bolero que regenta un breve almacén callejero asoma por la trastienda un cartón de tabaco de contrabando, con subtítulos en checoslovaco, y advierte al cliente: «No haga muchos aspavientos».

Fotografía: Juan María Rodríguez

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