Si no es usted de Cadi nos verá, supongo, como parte del paisaje. Graciosos sin boina, pueblerinos sin cayado. Ji ji ja ja, qué soeces en las calles. Jo jo je je, vamos a mear aquí mismo que hay cola en los váteres portátiles. Si es usted de Cadiz, omevengayá, se sentirá revolucionario por dos horas (lo que pueda o no cantar sobre las tablas del Falla), poeta durante lo que se encarte, superfan antes de la llegada de los triunfitos triunfales desde el patio de butacas o el gallinero… esos que no suelen dejar escuchar con sus gritos machacantes y que, me imagino, pondrán más que nerviosos a los chavales (y las chavalas, puertas abiertas de una vez, ome) que esperan su silencio para cantar sus coplas.
Hemos convertido el carnaval, entre todos y sin que a lo peor no sea culpa de nadie, en el Boletín Oficial del Cantón Andaluz Independiente. O sea, allá donde se plantean reivindicaciones, aspiraciones, justificaciones, demandas, y señalamientos con el dedo y la garganta (ah, esos golpes de pecho)…. Y que entran por un oído y salen por otro. Justo como el BOE. O el BOJA.
Y como somos pan y somos circo nos liamos año tras año la manta a la cabeza. Qué nos gusta una polémica. Si el reglamento del COAC (Dios, destierren ya esa palabra, que suena peor que “mena”) fuera el del noble deporte del balompié (fúmbol, que le dicen) tendríamos VAR en años impares, nos andaríamos liando con las faus (que era como decíamos falta en mi barrio de niño) y rajaríamos de que tal o cual agrupación saca la segunda equipación en la calle, donde no luce la tramoya.
Ahora tenemos la tele sí, la nuestra o la vuestra. Que sí, que Enrique y Miriam lo hacen de categoría. Pero se les saca muy gordos porque emiten con calidad de imagen del pleistoceno. Y que a todos, dentro y fuera del teatro, nos carga la retransmisión del Canal Sioux, los cortes publicitarios, las explicaciones repetitivas tras treinta años de retransmisiones repetitivas, los políticos dándose lustre y dejándose ver el día de la final y solo ese día por el teatro… allá todos, los de detrás de las cámaras y los de delante. Vayan unos perjudicados por otros. El año que viene ya se reculará, o no, según salgan las cuentas.
Yo lo que quisiera es que por las teles se escuchara bien el sonido tan nítido que presta el aljibe al escenario. Y que los cámaras supieran dónde enfocar, que no se enteran o matan los chistes.
Otro día hablamos de twitter, wasap y el cuplé gaditano que se va perdiendo y es una pena.