En 2020 no haré Carnaval. Decisión cerrada. Otra comparsa para el tintero, y van…, algunas. No he encontrado grupo para la idea que me rondaba. Otra vez será, supongo. Un otoño y un invierno para otros menesteres que hace tiempo reclaman toda mi atención.
Dicha la noticia, cuento breve la historia de mi primera comparsa. Chiclana, primavera de 1989: yo formaba parte de la Chirigota de la Parroquia, germen de la Chirigota del Chapa. Ese año sacamos Los empajilláos. Después de Carnaval quedé con Chapa y Magüito para anunciarles que quería intentar hacer mi comparsa. Lo celebramos por todo lo alto con litronas de guitarra y acordes cerveceros cantando cuanto quisimos de nuestro permanentemente creciente repertorio de coplas.
Y en uno de esos días de euforia apasionada que enciende la primavera, al cruzarme con Juan Estrada Cantillo, le propuse convertirse en el primer componente de mi primera comparsa. ¿Quién es Juan Estrada Cantillo? Mi compañero de clase de sexto a octavo de EGB en el Colegio Isabel La Católica de Chiclana, que en séptimo formaba parte de mi chirigota escolar Los yoquehé de la patria. Tenía que contar con él. Recuerdo perfectamente aquel mediodía: yo subía la calle Virgen del Carmen hacia el autobús para ir a la facultad; Juan la bajaba, iba al centro; cuando nos cruzábamos solíamos pararnos; y sin más preámbulo que el saludo amigo le propuse la idea; y sin más epílogo que una despedida me dijo “cuenta conmigo”.
Logramos cerrar un conjunto nuevo donde había de todo: gente con una importante experiencia pese a su juventud, componentes que solo afinaban cuando les cogía distraídos, auténticos novatos en proyectos comparsiles, y este último era mi caso… Asumí la letra, la música, la dirección, cantar de contralto y hacer los punteaos de guitarra. Y si no llegamos a conocer a Rafael Arteaga hago yo también los tipos de Escándalo -Espectáculo de calle-, que así se llamaba mi comparsa de bohemios y coloristas artistas callejeros (-canutas las pasamos hasta que el sastre nos entregó los tipos tres horas antes de actuar en el concurso local de agrupaciones y por que estuvimos ayudándole; un numerito; con todo, le recordamos con gran cariño; al igual que a nuestro llorado Lori, que casi se lo come aquel día y posteriores).
Quedamos los últimos. Bueno, los segundos de dos comparsas. Ganó De lujo, de Manolo Meléndez, dirigida por Pedro Meléndez El Lobo, que no es su hermano pero sí ha sido su mano derecha en numerosas agrupaciones. Un conjuntazo con lo mejor que había en Chiclana (de entre lo que yo había dejado tras cerrar mi grupo, claro); una formación de lujo, nunca mejor escrito, cantando la exquisita letra de nuestro amigo y maestro El Bibliotecario con sus músicas que componía tarareando, porque de guitarra…, más vale callar… Ahí su mérito. Teníamos, y tenemos aunque apenas nos veamos, gran amistad. Meses antes de Carnaval, quedamos en la entonces mi casa, la de mis padres, Chapa, Magüito, Manolo y yo. Nos compartimos nuestros pasodobles. Bueno, le impresionó tanto el mío que se negaba a compartir el suyo. De Manolo Meléndez, y también de Pedro Meléndez El Lobo, que no es su hermano pero puede que haya sido su mejor director, recibió mi comparsa su primera ovación en la misma calle Nueva, a las puertas de Casa Juanaco (gracias, Abuelo Chano), llegando al Cine Moderno en pasacalles para actuar casi con el tiempo justo. Vellitos de punta. Allí estábamos Agustín El Bombo, El Caña, Pepe Pistacho, Josemari Delgado, Chanito, Fran, El Cabo, Pacha, Nico, Antonio Puleva, Agustín El Carpintero, Diego, El Lori, Juan, Eulogio, Perico Soriano y yo.
Esos días de hace treinta años andaba yo volcado de lleno en mi primera comparsa y pasaba horas y horas en mi casa carnavalesca, la Peña Pérez Corso, ideando la historia y compartiendo cuanto se me ocurría con los míos. Estos días, el otoño y el invierno esta vez los dedicaré a menesteres también míos de siempre. Decisión cerrada. Solo espero seguir acordándome y echar de menos lo bueno y bonito vivido y sentido tantos años por culpa, culpita de los Carnavales.