Y al fin llega luz en la cresta blanquísima de la ola. Por el camino hemos olvidamos el dolor con la misma alegría y ligereza con la que se te olvida bajar la basura un domingo. Hemos aprendido a correr antes que andar y correr es nuestra premisa diaria. Corremos abrazados a nosotros mismos sin mirar atrás, sin mirar al lado, sin mirar hacia delante. Siempre se ha dicho que había que mirar al suelo para no caer pero tenemos que caer y hemos caído.
Ahora que hemos mordido la carne de la tragedia, de la pérdida, del dolor, ahora que estamos en el suelo y hemos comprendido nuestra fragilidad, es hora de mirar hacia arriba. No podemos confiarnos del todo pero sí celebrar y compartir ese rayito de luz pequeña que nos está calentando el corazón de esperanza.
Ahora habrá que buscar la vacuna para el latido largo y triste y quejumbroso de nuestros corazones pero a pesar de todo somos seres de luz y podemos brillar por eso en lo oscuro.
Han pasado demasiadas cosas en muy poco tiempo pero aún tenemos la sonrisa, ese misterioso incendio que se contagia más rápido que cualquier pandemia del mundo y así enfrentamos nuestro verano de gargajillos y piriñaca, de caballita desangrá, de arena y de salitre.
El Tercer Puente ha intentado hacer un número fresquito y veraniego para todos. El trabajo de todos nuestros colaboradores como siempre es fundamental para estos menesteres y por eso una vez más queremos dar las gracias a borbotones.
¡Feliz verano, ponerse crema y no meterse en aguatapá!