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Elena Merino (Madrid, 1986) es profesora universitaria y empresaria en el sector de la educación en línea. A caballo entre Madrid y Cádiz, escribe una tesis doctoral sobre el valor literario de los textos comparsísticos y la autora del libro de poemas “Los poemas de la mujer Carníval”.

Tres poemas de los poemas de la mujer carnival de elena merino
Ilustración: María Meiga

Seis años (II)

Yo no le temo al castigo.

Juan Carlos Aragón

Vi
tu cara
en un fogonazo
en el centro
exacto
de la noche.

(…)

Apoyado
en la pared,
parecías
la mitad
de la mitad
de lo que te quedaba.

Seis años,
aproximadamente.

Y allí
seguías,
vistiendo
la sonrisa
inerte
y la hechura
infantil.

El lado oscuro,
el ángel impuro,
la cara triste,
el pájaro
sin alpiste
del Carnaval.

Y te abracé
y apenas
me reconocías,
y te abracé
y tu gesto
—que ya era
pasado
de aquel
pasado—
no cambió.

Seis años,
aproximadamente.

***

Elegía a la muerte de Juan Carlos Aragón

(fragmento)

Quiero detener el cristal
de todas tus coplas
que se disuelven
como veneno
en estas venas
que también se descompondrán.

Tú, máscara blanca
de nuestros corazones.

Y así poder llorarte
con un propósito,
y así poder gritarle al mundo
y repetir tantas veces
como soñarías en tu juventud,
que te lloramos desesperadamente.

(…)

Y he venido hoy aquí
queriendo horadar la tierra
con una lanza incandescente
y de este modo buscar con mis manos
tu ínfimo esqueleto
que ya derrotó a la enfermedad.

Y así podría
acariciar con primor tu calavera
y rogarte,
como chusma enamorada
de su ídolo,
un par de versos más.

(…)

Tenemos por ti
el deber inexcusable de luchar
contra aquellos que querían
y quieren
apagar los faros del conocimiento,
de la sensibilidad,
del arte,
de la irreverencia,
del amor que abrasa,
del amor conyugal,
y del gran misterio
que habita
en el lugar

donde ya

nos esperas.

(…)

***

A jazmín

Sigo siendo el mismo perro, el perro de Andalucía. 

Antonio Martínez Ares 
A jazmín
a jazmín,
me huele
el pelo
a jazmín.
Un pellizco
blanco y verde
ardiendo
en el centro
del alma.

(…)

Y no hay sitio
en el mundo
fuera de aquí
para esconderse

y tapar
con horarios,
aeropuertos
y azulejos
esta brújula
que se desangra
por ti.
Por cada espejo.
Un pellizco
blanco y verde.
A jazmín
a jazmín,
me huele
el pelo
a jazmín.

***

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