Fotografía: Jesús Massó
Decíamos el otro día que la letra que comentamos en la entrega pasada fue la letra “de medida” (la que los autores usamos para fijar la métrica y la rima en la música) pero no la “de montaje” (la que el grupo usa para aprender la música, fijar la orquestación y montar las voces). Normalmente, ustedes lo saben, suelen ser la misma cosa. Pero con Los Equilibristas no fue así.
—¿Y por qué? —preguntarán ustedes.
Pues porque dos días después de escribir esa letra que en la entrega anterior les conté, escribí otra, que es ésta ahora les traigo, y con ella, curiosamente, al grupo le entró la música (y las acentuaciones) mucho mejor.
Se trataba de un piropo a Cádiz, ese incombustible subgénero pasodoblero que, de tan típico, tradicional y manido, supone un tour de forcé para quien lo escribe, al menos si pretende no caer en el tópico fácil, la idea ramplona o el recurso trillado. Se han escrito cientos de letras de este tipo, y se siguen escribiendo. Esta ciudad se ha dicho a sí misma ya tantos auto-piropos, que resulta difícil decirle algo diferente o novedoso (por eso suelo estar muy atento a los piropos que escribe la gente de fuera, sobre todo los primos-hermanos de Sevilla, pues siempre conserva uno la esperanza de que nos digan algo nuevo, algo revelador, algo diferente a lo que nosotros nos hemos dicho ya tantas y tantas veces). Como oyente interesado en este tipo de letras, uno lo que espera ya es un poco de sorpresa, de asombro, o al menos una manera oblicua de decir, si no algo nuevo, sí algo distinto o dicho de otra forma.
Fue con esta intención (perdón si les parezco pretencioso) con la que afronté la escritura de este pasodoble de piropo, tratando de revisar los viejos tópicos, dando la vuelta a algunos clichés y tratando de construir un galantería, si no nueva, sí al menos fresca.
La letra quedó así. Ustedes juzgarán si se logró o no.
Cádiz, la comadre de los mares.
Cádiz, la alcahueta del levante,
la niña diamante.
Cádiz, novia de las azoteas
con mil mareas
bajo tu falda.
La salada oscuridad
con la plata caducá
y tus caballitas desangrás.
Por la muralla real
aunque no sé dónde está
hasta el sol aquí viene a roncar.
No hagas caso a lo que el poeta dice,
que aquí viven pobres pero felices
las mojarritas, las mojarritas
las mojarritas.
Tacita de lata, prima del viento.
En la copla azul de mis pensamientos
unas veces reina, otras huerfanita.
Espejo y verdín,
el agua, la piedra, la espuma, la arena,
la playa sin fin,
la acera, las casas, las calles, las plazas,
la gente, el trajín…
y yo que te miro no sé si llorar o reír.
No sabe ni dios
los clavos de plata que tú me has hincado
en mi corazón.
Mi casa, mi sol, mi palacio pequeño y cerrado.
¿Qué tienes vieja ciudad?
¡Que aquí estoy una vez más
cantándote enamorado!
Desde el primer momento, a Ángel y al resto del grupo les pareció que era la letra apropiada para cantar la primera en preliminares, es decir, la primera en abrir el repertorio, es decir, lo que a menudo se conoce como “pasodoble de presentación”, aunque últimamente se suelan incluir en este subgénero otro tipo de temáticas como saludos variados (“hola qué tal, cuánto te he echado de menos, cadi mío?”, o agradecimientos por el cariño del público, o ruborizantes pataleos por el puesto en que se quedó la edición anterior, o auto-piropos a la propia música que se está estrenando, etc.). Así que nos pareció que ¿por qué no? este piropo sería una estupenda carta de presentación para estrenar la música de Noli en preliminares.
Pero, como ustedes son gente avispada, ya estarán pensando:
—¡Cucha!¡Pero esa no fue la primea letra de pasodoble que cantaron Los Equilibristas!
Cierto. La verdad es que, cuando ese pasodoble estaba más que aprendido y montadio, poco antes de arrancar el concurso en enero se me cruzó por la cabeza una letra de, digamos, declaración de principios que me pareció una manera más interesante de presentarnos, y esa sí que fue la letra que ustedes finalmente oyeron en el Falla. Debatimos un poco al respecto y, finalmente, aunque no con todo el mundo a favor, decidimos comenzar con el pasodoble nuevo, el titulado “Dime”.
Y fue por eso por lo que esta letra de piropo, finalmente, ya no encontró lugar durante el desarrollo del resto de las fases del concurso, aunque se volviera a barajar en no pocas ocasiones, incluida la idea de rescatarla y cantarla para la final. De cualquier forma, quedó grabada en el Cd y se ha cantado muchas veces en la calle. Pueden, por cierto, oírla aquí)
Y una última curiosidad más: la versión original de esta letra no es exactamente ésta que les enseño. La primera versión de este pasodoble tenía algunas cosas diferentes que cambiaron: usaba algunas palabras desconcertantes, quizás incluso chocantes (bien que lo saben mis queridos equilibristas). Era una letra ¿cómo lo diría? más subida de tono, más rompedora y francamente era un piropo bastante más punk. De hecho, el grupo no vio del todo adecuado el tono de algunas expresiones (salvo José Aranda, que estaba conmigo y siempre prefirió y defendió ese puntito punk, jejeje). Así que finalmente optamos por “dulcificar” un poco la letra para hacerla un anti-piropo más razonable y menos gamberro (la versión original, como podrán imaginar, nos la reservaremos para nosotros y no la enseñaremos aquí).
Contar estas cosas, a menudo tontamente consideradas “intimidades” del grupo, creo que es un ejercicio sano y además puede dar a quien interese este anecdotario una visión mucho más rica de cómo funcionan las dinámicas de puertas para dentro de un ensayo, porque cosas así suelen pasar en todos los grupos y con ellas la gente aficionada puede comprender con mayor profundidad y riqueza el interesante y a veces asombroso proceso por el que pasa un repertorio hasta llegar a ese escaparate que es el concurso, y que es lo que todos ustedes conocen.
Pero el iceberg, amigas y amigos, no es sólo ese trozo final que vemos asomarse sobre el escenario, sino todo lo que hay escondido debajo y detrás.