La Iglesia, siempre tan cautelosa en sus asuntos, entreabre una rendija por la que asoma un rayo alegre y de verdadera esperanza: el Obispado ha dado a conocer que el proceso de beatificación de Don José María Pemán está ya muy avanzado. Hasta ahora, mantenerlo en una discreta sombra ha evitado la frustración de las falsas expectativas.
Pero al fin, culminada su fase local, la propuesta ha sido remitida al Vaticano para que alcance por fin la elevación a Beato de la insigne gloria local.
Nada más tomar posesión de la sede episcopal de Cádiz-Ceuta, el Sr. Obispo se propuso este reto que, de prosperar, dará una gran alegría a la patria chica del poeta, hoy tristemente sometida al descreimiento, al castrante comunismo, al ateísmo más radical, al feminismo subversivo y otras calamidades que amenazan a la integridad de la nación.
Iniciado el proceso, se encargó la ponencia a dos ilustres conciudadanos que de inmediato comenzaron sus trabajos. De un lado Don Rafael Sánchez Trasnoché, escritor, catedrático de Pruténica, Palénquica y Estiangrafía y autor del best seller “Raíces cristianas de los títeres polacos de entreguerras”. De otro, Don Atrabilio García del Parapeto, doctor en Ciencias Palitrógenas, quien ha pronunciado su famosa conferencia, “Sigue vigente el Pleistoceno”, por toda la geografía patria. Es célebre su ensayo “Hay que ver la Ciencia, con sus pruebecitas y su metodito científico, que nos está quitando las ilusiones.”
Ambos concluyen que la trayectoria de Pemán representa “toda una vida al servicio del orden”, y ponen de relieve que su obra literaria es piadosa sin fisuras, frente a la literatura actual que puede llevar, como un amigo vicioso, a la perversión del sentimiento, la prevaricación de las santas costumbres o a la turbación del entendimiento.
También es sabido que, para la declaración de Beato, el Vaticano exige un milagro atribuido al aspirante. No obstante los ponentes Sánchez Trasnoché y García del Parapeto presentan dos.
El primero ocurrió en 1954: Dª. Transfiguración Ruano Sotelo, estraperlista de la Segunda Aguada, hallándose postrada en cama a causa del garrotillo y desahuciada por los médicos, leyó en el lecho del dolor el poema pemaniano “La Bella y la Bestia”, y súbitamente sanó. Su esposo Walter Rapún Rebolé, gibraltareño, pidió de inmediato la nacionalidad española, y mandó poner en el zaguán de su casa un azulejo con el sereno semblante de Don José María y el verso: “Little Jesus of my life/ You are child like me/ that´s why I love so much/ and I give you my heart.” Se cuenta que las flores que le ponen no se marchitan.
El otro milagro ocurrió el 11 de marzo de 1958. Estando anunciada la representación del drama de Pemán, “El Divino Impaciente”, en el Teatro Principal de Puerto Real, se agotaron las entradas. Cuando la comunidad del Convento de las RR. MM. Agustinas Obsoletas quiso asistir a la función, todo el aforo estaba vendido. Pero la superiora, la R.M. Escolastina, se encomendó a Pemán y se obró el milagro: de repente se abrieron las taquillas, como se abren las puertas del Cielo, y hubo entradas para aquellas pías monjitas.
De modo que el proceso de beatificación del insigne poeta gaditano ya se encuentra en su “fase romana”; esto es, ante la Congregación para las Causas de los Santos, donde teólogos y médicos examinan lo que se conoce como “vida y milagros”.
La religiosidad y el patriotismo de Don José María Pemán quedan patentes en aquel inolvidable poema suyo de 1939, dedicado al Desfile de la Victoria: “Nuestro grito es ¡Franco! ¡Franco!/ Dios y España nuestro afán/ Nuestra guerra tiene un fondo/ latino de claridad:/ exactitud nuestro lema/ perfiles, nuestro ideal/ y nuestro Caudillo un rostro/ bañado de Humanidad.”
Aparte, sus graciosas metáforas que hicieron las delicias de España durante décadas.
Para celebrar este avance en el proceso de beatificación, el Obispado está organizando un programa de actos. Se puede adelantar que habrá, claro, una colecta y la participación de, entre otros aún sin confirmar, la Capilla Musical de ‘El Despojado’ que estrenará la obra “El Divino y sus impacientes” sobre patines, una gran novedad. También la Tuna de los Caballeros Hospitalarios y el famoso grupo Mocedades, intérpretes de aquel inolvidable ‘Pange lingua’.
En fin, que si en sus 3.000 años de Historia, la Tacita de Plata no ofreció un sólo santo a la Santa Madre -ni siquiera Fray Diego de Cádiz, que en su humildad sólo quiso ser Beato- ahora surge la oportunidad para que el Beato Don José María Pemán lo acompañe en el sagrado magisterio.
Aquí en Cádiz, los buenos gaditanos lo esperamos con divina impaciencia.
Fotografía: Jesús Massó