Pongo este título a mi colaboración en “El Tercer Puente” utilizando de forma intencionada la doble acepción de la palabra “dichosa”: tantas veces nos han dado la matraca con la fastidiosa reindustrialización, se acumulan tantas esperanzas frustradas, que salta la luz roja del escepticismo y de la incredulidad cuando el político o el sindicalista de turno nos trae la buena nueva de reindustrializar la Bahía para sacar a los gaditanos de la crisis.
Y sin embargo, reivindicar una regeneración industrial (la palabra reconversión está completamente devaluada), no solo es legítimo, sino necesario. Es imposible conseguir empleos dignos y de calidad echando mano solo del sector servicios; tampoco el sector extractivo, primario, puede ofrecer muchas salidas laborales, además de la pesca, la acuicultura o la explotación de la sal. Y en cuanto al sector turístico, seguimos huérfanos de un modelo turístico que sepa integrar todo el atractivo patrimonial de la Bahía de Cádiz, además de su oferta de sol y playa.
La responsabilidad de las dos Administraciones, la central y la autonómica, en el fracaso de cuanta iniciativa emprendedora se ha lanzado para la Bahía, es completa y demoledora. Tanto el Plan Reindus que promovió el Ministerio de Industria, como el Plan Bahía Competitiva a cargo de la Junta de Andalucía, surgieron como respuesta a la desolación laboral creada con el cierre de la factoría Delphi en Puerto Real, en junio de 2007. En ambos casos el fracaso de los planes, el despilfarro de dinero público y la ausencia de exigencia de responsabilidades para sus ineptos gestores, son el balance y el legado dejados. El Plan Reindus de ayudas a la reindustrialización ha inyectado más de 70 millones de € en empresas que no existen o que no invirtieron en la Bahía, como Aeroblade (palas eólicas), Gadir Solar (paneles fotovoltaicos) o Celulosa Investment (biodiesel a partir de algas). En el caso del Plan Bahía Competitiva, la Junta ha enterrado y despilfarrado en empresas insolventes 25 millones de € para los proyectos fantasma del empresario Ouviña y más de 16 millones de € para otro empresario funesto, Ramón Hermo, con la fracasada Visteon a la cabeza (Merkum, que pretendía fabricar autobuses eléctricos y Plasticur, fibra de carbono).
Pero no son solo estas dos administraciones las que han malgastado el presupuesto en proyectos fallidos. La Diputación de Cádiz y la Universidad (UCA) sacaron otro proyecto llamado (¡cómo no!) Bahía de Cádiz, junto a la Escuela de Organización Industrial (EOI) y empresas como Tecnalia y Tecnotur. Echaron mano de 1,6 millones de € de los fondos europeos FEDER y de 400.000 € que aportó la Diputación provincial. El objetivo no podía ser más rimbombante: “Identificar las oportunidades de ámbito tecnológico y de innovación para la reindustrialización de la Bahía de Cádiz”. ¿Qué proyectos ha logrado movilizar y con qué resultados? Se ignora por completo.
Con estos precedentes de pésima gestión, resultados raquíticos o nulos y ausencia completa de rendición de cuentas, es normal que cualquier otra iniciativa de similar guisa se tome a cachondeo y genere escepticismo total. La población trabajadora gaditana está harta de falsas promesas y nulos resultados en la lucha contra el desempleo.
Sin embargo, otra alternativa es posible. El ejemplo de la propuesta “Las Aletas real y sostenible” muestra que aunar inteligencia colectiva, rescate de los recursos endógenos, responsabilidad medioambiental y trabajo en equipo, puede dar buenos resultados. Si conseguimos vencer el desengaño, aunar voluntades de todas las administraciones y poner en funcionamiento la inteligencia y la imaginación, no todo estaría perdido. En este caso, la dichosa reindustrialización sí acogería la otra acepción de la palabra, una iniciativa feliz.
http://participacion.puertoreal.es/las-aletas-alternativa-real-y-sostenible/